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sábado, 5 de diciembre de 2020

Jamás he ido a París, o a Italia,
no he pisado nunca una calle más allá de las grandes aguas,
pero salgo a la luz cada día,
encuentro la sombra de todas las mujeres
en las boronas que se quedan
en el colchón de la cama,
en los restos de grasa y comida sobre la mesa,
en la imagen que devuelven los espejos.
Estoy en todas ellas.
Somos el eco de una misma historia
que jamás se ha contado
sin ediciones.

miércoles, 25 de noviembre de 2020

El tiempo se disuelve como mantequilla sobre pan recién horneado. No pasa nada y a la vez pasan muchas cosas. Trato de enfocar mis energías, priorizar. Abro los ojos a un nuevo día, me aseguro de cubrir mi nariz, mis labios, mis ojos. Gel antibacterial a la mano. Barrer, lavar, cocinar, hacer tareas con mi hija y mis hijos. Todas las pequeñas acciones domésticas, que terminan convirtiéndose en montaña. Las letras casi siempre en segundo plano, pero ahí, como un tatuaje latiendo bajo mi piel. Me invocan, aúllan en mis entrañas. No puedo postergarlo, escribo.

Se supone que debo permanecer en casa, pero el deber me llama. No importan los peligros, no importa la mala energía de la gente. Hoy es 25 de noviembre y tengo que salir a la calle, tengo que decir alto a la violencia. No más mujeres maltratadas, no más mujeres reducidas a un bulto de carne ensangrentado y disuelto en el olvido.

martes, 24 de noviembre de 2020

Algún día abrirá los ojos,
​v​erá el lodo en la suela de ​s​u zapato,
​tratará de abrir la puerta
sin encontrar la llave,
al otro lado estaré yo,
abierta de par en par al futuro,
​leyendo dos o tres poemas,
escribiendo sobre lirios y fantasmas.

lunes, 23 de noviembre de 2020

Es difícil entregar totalmente el espíritu a una causa. El ruido cotidiano de la vida nos absorbe de tal forma que a veces ni siquiera notamos que el lodo nos ha llegado hasta el cuello. Olvidamos cómo se siente la miel en la lengua, olvidamos el olor de las flores y de nuestro propio cuerpo. Nos movemos como espuma sobre las olas, arrastradas por el viento y la marea. Ya no reconocemos nuestras pisadas. Tratamos de romper la roca, liberar un poco del peso que llevamos en la espalda. Al llegar la noche nos echamos junto al fuego, mientras la luna nos lame las heridas.

jueves, 19 de noviembre de 2020

Su garganta es un pájaro vivo

en donde mi voz se apaga.

No hay hilo que me sostenga en el aire.

He de convertirme en piedra

para que mis ojos sigan volando.

Sólo la tierra se tragará mis huesos

cuando ya no queden más espinas

en la carne. 

domingo, 1 de noviembre de 2020

Trick or treat

Siempre me ha gustado el otoño. El Día de Muertos y las festividades de Halloween han sido siempre mis conmemoraciones favoritas. Hay algo extraño en la muerte que hace que me sienta viva. Este año no hubo truco o trato. Decidimos no intentar engañar a la muerte ni hacer tratos con ella. Nos reunimos demasiado pocos, con demasiada distancia entre nosotros. No nos abrazamos ni nos dimos siquiera la mano. No hubo caminata nocturna ni tocamos el timbre de ninguna puerta. No hubo casas embrujadas, salvo la nuestra. Sí hubo adornos, disfraces, piñata, dulces, pastel y un delicioso banquete con pescados, camarones, arroz blanco y ensalada fresca. Vivimos la alegría a través del bullicio de los niños, nos reímos recordando anécdotas de cuando el mundo era diferente y fantaseamos con mejorar las fiestas cuando todo esto termine. Estamos conscientes de los riesgos pero nos aferramos a la esperanza, oramos para que nuestros antepasados nos cuiden y podamos, en la medida de lo posible, retrasar el reloj todos los días.

viernes, 30 de octubre de 2020

Si tienes ganas de decir algo, escríbelo. Si sientes alegría, escríbelo. Si tienes ganas de llorar, escríbelo. Escribir ayuda a cerrar las heridas. Escribe. No hay nada que te impida hacerlo salvo el deseo de empezar.

sábado, 17 de octubre de 2020

Me acostumbré a decir sí todas las veces desde aquella tarde en que no saludar se convirtió en grosería. Yo no quería ser niña mala, quería unas alas resplandecientes y una aureola, igual que todos esos angelitos que siempre lucían hermosos e impecables. Pero mi vestido no era blanco, tenía sangre en las rodillas y tierra en las manos. Trepar a las bardas se me daba bien, lo mismo que andar a gatas bajo la mesa de la cocina o el comedor de la sala. Me sentía más a gusto en los rincones oscuros, en los lugares no aptos para los adultos. Allí podía decir que no, que no me gustaba saludar desconocidos, que detestaba la cebolla y el hígado, tampoco me agradaban las reuniones ruidosas con olor a cigarrillo. Lo que yo quería, lo que en verdad quería, era jugar.

jueves, 15 de octubre de 2020

He tenido noches sin descanso, noches en que siento que la luna me absorbe la energía y habla un idioma que yo no comprendo. En esas noches mi cuerpo cansado, mi alma cansada, no es capaz de entender nada. Respiro despacio, muy despacio, veo la oscuridad que me rodea, la veo. Observo lo que me rodea en la oscuridad, redescubro los rayos de la luna que intentan sanarme. Abro mis ojos a su luz plateada, mis oídos a su canto. Respiro despacio, cuento mis latidos, los acoplo a la melodía que me envuelve y me abraza. La luna es mi madre y yo soy la perla que brota de su vientre tras el aullido del lobo. Respiro profundamente. Me uno en la oscuridad a la luz. Sonrío. Alcanzo la paz.

miércoles, 14 de octubre de 2020

Habito la marea. Hay mañanas en que el agua, como una cuna líquida, me adormece. Otros días, las olas son tan fuertes que azotan mi cuerpo contra las rocas. Como un crustáceo, resisto, aferro mis raíces, me sumerjo en lo profundo del océano para evitar la furia del mar. Pasado un tiempo, regreso a la superficie, el canto de las sirenas crea murmullos apacibles y soy mecida entre poemas de espuma. Caigo en un sueño hermoso y tierno. Duermo, sueño, se vuelve difícil despertar.

viernes, 9 de octubre de 2020

Voy remando contra la espuma,
empujando algas y moluscos.
Me meto a la boca de la ballena,
enciendo fuego, bailo,
canto para ahuyentar los malos espíritus.
Regreso a la playa,
me recuesto en la arena,
soy sal que se endurece
bajo los rayos del sol.

lunes, 5 de octubre de 2020

 Ninguna palabra oscura apagará la mecha. Dejaré los zapatos en la puerta de la casa, miraré por la ventana. Jamás buscaré de nuevo el concreto bajo el balcón. Encenderé en cambio las estrellas. Seré yo misma una luciérnaga encendida en la noche.

sábado, 3 de octubre de 2020

Cuando más paz creo tener, llegan las letras vestidas de araña, me muerden el tobillo, inyectan su veneno, y después huyen despavoridas.

viernes, 2 de octubre de 2020

Octubre ha llegado con sus dos lunas a cuestas. Sigue gustándome el silencio, los lugares oscuros, el resplandor de la luz, colándose por pequeños huecos en la puerta. Escribir es una constante, debe serlo si quiero sobrevivir.
La música continúa siendo el veneno, la morfina con la que aquieto las ansias, el vehículo para viajar a ese espacio sin tiempo en el que puedo refugiarme y alimentarme de paz.
He tenido días largos y grises, días de sueños repletos de sombras y símbolos, días sin deseos, días vacíos.
Hoy estoy y no quiero estar, no dejaré que esto me perturbe.

martes, 29 de septiembre de 2020

Nosotras, las decapitadas,
somos la muerte que no se pronuncia,
el vaho que enmohece el crepitar de las flores.

viernes, 25 de septiembre de 2020

Cruces de caoba [2004]

Las maderas viejas susurran breves cantos que se inclinan ante los muros de seda donde el mar abre sus alas de hilo plateado. El sol esconde pájaros de tela oscura. Arrodillados sobre piedras, los niños de papel crepé acarician los murmullos. Sus cuerpos son como muñecos de cera derretida. Los tambores están mudos de tanto gritar, llorar condenaciones y miseria. Los niños siguen encerrados, sosteniendo entre los dedos apenas un puñado de arena.

jueves, 24 de septiembre de 2020

Plegaria [2003]

En las oscuras alas de la muerte, hay un viento suave que sopla y conduce a un camino de luz divina. Las olas de este mar inmenso controlan el curso que sus moradores han de seguir. Ahora están encerrados en la arena del recuerdo, prestos a luchar contra el destino. 

Es entonces, cuando el murmullo de los niños inunda las calles grises, pintando sueños de color azul, para borrar antiguas pesadillas. Es entonces, cuando el resplandor del cielo enciende estrellas en sus tiernos ojos, haciendo renacer la inocencia que perdieron los adultos. 

Dulces mariposas vuelan hacia las nubes, dejando en el ambiente trocitos de alegría. El otoño sigue vivo, las luciérnagas susurran cantos mortíferos en el eco de las montañas. Su voz atraviesa los límites desérticos, alcanza cumbres inexploradas. 

Una oración se eleva en el aire, las sonrisas infantiles despiertan rayitos de esperanza. La luna es un rostro sin sentidos, prendido en el firmamento. Sus labios responden a la súplica, detienen el tiempo en un instante eterno, dando cuerda a las manecillas del reloj. 

Un gesto de amor tiñe de oro las mañanas, pinta de carmín las tardes. Las blancas manos del que es y será, acarician con ternura al universo.

domingo, 20 de septiembre de 2020

 Algunas personas dicen que las estrellas guían nuestro destino. Otras, que el destino se forja en el camino. Por mucho tiempo tuve miedo de avanzar. Miedo de que al avanzar, la muerte estuviera a la vuelta de una curva, esperándome. Ahora sé que la muerte me acompaña todo el tiempo, no como una enemiga, sino como una aliada. La muerte es el principio del cambio. La única forma de cruzar el camino es adentrándose en las sombras. Es en la oscuridad donde nos encontramos con nosotros mismos, con nuestra peor faceta, a la que confundimos con la muerte. El caos es el camino para encontrar la luz. Hemos de atravesar la muerte y convertirnos en estrellas para poder brillar.

jueves, 17 de septiembre de 2020

Hoy es uno de esos días en que el tiempo no existe y el corazón late con lentitud. La cabeza se fuga a otro sitio. Nada puede perturbarme aquí, solo hay silencio. Un silencio que golpea los tímpanos y me adormece.Un silencio del que no quiero salir.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

No queda otra que situarse en la balanza. Ni tanto fuego, ni tanta agua. Ni tanta luz ni tanta oscuridad. Sólo la medida justa, la parte equitativa en cada caso. Disfrutar cada sentimiento al máximo, cada tristeza, cada rabia, cada alegría. Al final reunir todos los pedazos en un gran collage de recuerdos. Jamás perder nuestro auténtico brillo. Jamás olvidar ser quienes somos.

martes, 15 de septiembre de 2020

Nunca antes ni después, encontrarás un camino más fértil que el del agua.

lunes, 14 de septiembre de 2020

Desconozco el lenguaje. Por eso el poema está tan roto como yo.

domingo, 13 de septiembre de 2020

Imposibilidad de nadar en la luz. Canto y muerte. Sueño y sombras. Letras, alaridos, silencio. El poema abre la carne y sale a la superficie.

viernes, 11 de septiembre de 2020

Empiezo a sentir la soledad que sube por mis piernas. Octubre se acerca. Octubre y sus aullidos. Octubre y sus noches de lunas de plata. Octubre y la tempestad. Octubre y mi odiosa manía de invocar a la muerte.

jueves, 10 de septiembre de 2020

Nací de la lava más ardiente y oscura,
con un vestidito azul sobre el regazo.
La vida palpita donde se acumula el polvo.

miércoles, 9 de septiembre de 2020

Volver al oscuro lenguaje,
sólo para contemplar la luz.

martes, 8 de septiembre de 2020

Hay mujeres que escriben en hojas blancas, 
otras que escriben en el viento, en la arena, en la lluvia.
Yo escribo con sangre en la carne, 
escribo lo que no sé decir.

sábado, 22 de agosto de 2020

Hechizo

Guardar en los ojos el sol, alzar el vuelo, escribir en pergamino con tinta extraída de las venas, sellar las letras con polvo de huesos, lo he soñado tantas veces... Poco a poco me quito el miedo de encima, camino erguida con un diario bajo el brazo, me siento en el prado más verde a inventar nuevas líneas. Mientras escribo, abro nuevos caminos, cambio el color del cielo a voluntad, manipulo el rumbo del viento a mi antojo, me vuelvo una con la noche, me transformo en estrella que resplandece a cualquier hora en el infinito.

jueves, 20 de agosto de 2020

“Toda mi sangre es un temor inmenso”.
- Julia Prilutsky -


Odio vivir sumergida en el miedo. Miedo de no saber lo que pasará, miedo de imaginar las miles de cosas que podrían pasar. Me gustaría tener miedo del miedo, para no volver a temer jamás.

viernes, 14 de agosto de 2020





Muchas gracias a Cynthia Rodríguez y a Clauzzia Gómez, por compartirlo.

miércoles, 5 de agosto de 2020

Antídoto contra la diabetes

No puedo seguir siendo dulce. Hay demasiado chocolate corriendo por mis venas. He intentado quedarme callada por tantos años, pero ahora el fuego me está quemando la garganta. Necesito gritar, que la música me llene los pulmones, que la luz del sol haga brillar todos mis huesos, que las plumas de las aves me permitan volar. Contemplar el azul del cielo sin cerrar los ojos.

martes, 4 de agosto de 2020

Capa a capa, voy puliendo los huesos. Me aferro al viento que mece al colibrí, en esperanza iluminada, no de rozar con las yemas de los dedos las nubes, sino de convertirme yo misma en mariposa o un ave azul revoloteando en el infinito. Entre más plumas me nacen, más humana me siento, más mujer me siento, más yo me siento. Una sonrisa eterna en la comisura de los labios. La inmortalidad es humo que desaparece en el profundo océano de la libertad, mi libertad.

lunes, 3 de agosto de 2020

“Y en forma tal conviví
con negro y blanco extremosos,
que a un mismo tiempo aprendí
infierno y cielo tortuosos.
- Pita Amor -


Muchas escritoras que he leído hablan de está duplicidad, de esta búsqueda incansable. Comprendo entonces el infierno de Quevedo, construido específicamente para los escribas. Cientos de veces me he perdido en este mismo laberinto. Cientos de veces me he hecho las mismas preguntas, he llegado a las mismas conclusiones, aunque por caminos distintos. Sin embargo, cada pieza es única. Cada una de nosotras ha sido elaborada con su propia masilla, en su propio tiempo, cada una con distinto color y forma, cada una con un olor diferente, con ingredientes diferentes. Todas estamos muriendo. Y todas estamos vivas, buscando el sitio a dónde pertenecemos.

domingo, 2 de agosto de 2020

Me gustan los espejos, porque son la puerta de entrada a mi propia realidad, a cualquier realidad que escoja. El azul del fuego es la energía que me impulsa cada vez que me acechan sombras ajenas. El azul del fuego soy yo después de ser acrisolada. El azul del fuego soy yo, brillando con intensidad junto a las estrellas.

viernes, 17 de julio de 2020

Me cuesta trabajo no ser la que no soy. Tantas veces me han dicho cómo debo ser. Por fortuna siempre he sido un poco desobediente, así que poco a poco he ido moldeando la arcilla a mi gusto. Algunas veces, cuando sueño, una voz suave me aconseja. Esta voz es diferente de todas las voces. La escucho porque es mi propia voz que habla directamente a mi esencia. Cuando dialogo con ella, que soy yo, puedo tocar las estrellas. De mi espalda brotan alas transparentes. Sé que es real, aunque nos encontremos en la dimensión onírica. Es real, porque cuando despierto, las alas siguen ahí, agitándose. Y sé con certeza, que con un pequeño aleteo, puedo transformar al mundo.

miércoles, 8 de julio de 2020

Incendio

Me refugio en las letras porque son las únicas con el tratamiento adecuado para mis miedos e incertidumbres. Las palabras me ayudan a entender mis emociones, descifrar mis pensamientos, enfrentar mis temores, mis demonios internos, conocerme a mí misma.

No tengo un proceso creativo rígido. Se amolda de acuerdo a mis necesidades. El tiempo es vital cuando eres madre de tres hijos. En muchas ocasiones he leído que cada quien tiene su propio ritmo y su propia forma de abordar la escritura. A veces leo para inspirarme, otras veces escucho música. Hay días en que la creatividad se enciende sola. Las palabras vienen naturalmente a mi encuentro, sin que las invoque. Otros días tengo que trabajar duro hasta que encuentro las letras precisas. Lo más importante de la escritura son sus efectos. Las palabras me ayudan a vivir.

En mi corazón hay muchas heridas que necesitan sanar, muchos recuerdos dolorosos. Las he guardado en mi memoria demasiado tiempo. Han estado ahí amontonándose, empolvándose, haciendo más y más pesada la carga. Se han convertido en un semillero de emociones negativas, un cultivo para la oscuridad. Es tiempo de desalojar el trastero, encender un hermoso fuego, quemarlo todo, todo, hasta que aparezcan las alas.

domingo, 5 de julio de 2020

Nombrar lo que me pasa, convertir la niebla en fantasmas visibles, dragones a los que pueda cortarle el cuello y las garras. Nombrar el dolor y la alegría. Nombrarme. Para saber que existo.

sábado, 4 de julio de 2020

A veces quisiera volverme sombra, escapar del Sol y sus espinas; ser humo, rosa, brisa, hada, una crisálida azul durmiendo sobre el filo de la luna.

viernes, 3 de julio de 2020

Pájaro a pájaro me van naciendo las plumas

Empecé a contar mi historia hace más de veinte años. Durante los primeros días, tenía demasiado miedo. Había mucho dolor adentro y yo necesitaba sacarlo, pero me preocupaba lo que dirían las demás personas si llegaban a leer lo que escribía, si llegaban a entender que esa niña de quince años con tendencias suicidas, era yo. Me había equivocado demasiado. Recurrí entonces a la metáfora, busqué las palabras más complicadas y bonitas para que las historias que escribía, mis historias, no sonaran tan terroríficas, para que la imagen que se hicieran de mí no fuese la de un monstruo. Contar mi historia, poco a poco fue mermando el dolor que sentía. Pero por alguna razón, siempre quedaban vacíos, algo me faltaba para poder liberarme por completo. Con el tiempo, otras escritoras me ayudaron con sus letras, sin saberlo, a entender el porqué de ese vacío. Me di cuenta de algo muy importante: la razón por la que no podía liberarme totalmente del miedo es porque le rehuía constantemente. Al usar la metáfora, no como un recurso poético, sino como un escondite, yo misma recortaba mis alas. Fue hasta que empecé a conversar con mis demonios, hasta que me enfrenté al silencio, que comencé a sanar de verdad. El camino ha sido largo, he tenido días buenos y días malos, pero siempre al final de ellos, tras hablar con la verdad, sin tapujos, me he encontrado a mí misma. Palabra a palabra, voy cerrando mis heridas, de vez en cuando las lamo, cuando alguna punzada vuelve,  y sigo escribiendo. Tal vez en algún momento, después de contar mi historia completa, pueda abrazar el silencio en total plenitud.

¿Y tú, ya comenzaste a escribir?

jueves, 2 de julio de 2020

Escoger palabras, escribirlas, tejer con ellas la memoria, acariciar las cicatrices, las texturas, recordar o crear instantes de luz, me permite hablar conmigo misma, y al terminar el proceso, tras la contemplación, tras el autodescubrimiento, habitar el silencio.

martes, 30 de junio de 2020

Las palabras no me buscan. Se ocultan en alguna parte. Tal vez detrás de mi sombra. El corazón me late con fuerza. La música flota dentro del cuerpo. El temblor de cuerdas me sacude las entrañas. Es tiempo de gritar.

viernes, 19 de junio de 2020

El silencio me llama

El silencio me llama con labios seductivos
al borde del delirio
intento no perseguirle.
La tentación llama a mi puerta.
He decidido no salir a su encuentro.
En cambio he de amar a la muerte
hasta el punto de dejarla ir tras otra sombra
para que sea la vida
la que venga hacia mí.

jueves, 11 de junio de 2020

Maestra espiritual

Anoche tuve una revelación increíble. No lo dijo con esas palabras, pero en resumen, la imagen que proyecto a mi hija es la de una mujer vieja y cansada. Sus palabras fueron: "No quiero ser adulta. Porque no quiero que mi niña interior se pierda".

Amo su dramatismo. Amo cómo utiliza su talento histriónico para enseñarme. Porque lo que hizo fue eso, darme una lección.

"¿Hace cuanto no te revuelcas en el zacate? ¿Hace cuánto no juegas? ¿Hace cuánto no cantas y bailas aunque los demás piensen que lo haces feo? ¿Hace cuánto que no giras y giras hasta marearte y caer al suelo? ¿Hace cuánto no haces lo que te gusta? ¿Hace cuánto no brincas tan alto hasta alcanzar las nubes con tus manos? ¿Hace cuánto?"

Esas y muchas más preguntas me arrojó a la cara con gran fuerza que me derrumbó.

"Yo no quiero ser adulta. Sé que hacerse adulta es parte de crecer, pero yo no hablo de eso. Yo hablo de las personas que son adultas porque han dejado que su niño interior muera. Esos adultos que fingen estar felices cuando no lo están, que no ríen, que van a una fiesta y sólo están ahí sin hacer nada. No sé divierten, ni siquiera cuando van al parque o a comer helado. Esa clase de adultos. Esos adultos que sólo se preocupan por estar guapos, por verse bien, por trabajar, por hacer lo que se tiene qué hacer, por ganar dinero. Esos adultos dejan que si niño interior se pierda. Las hojas del árbol de chocolate se marchitan. Aparece delante de ellos un escritorio lleno de hojas y hojas tan altas que llegan al techo y su corazón se va haciendo chiquito, chiquito. A veces cuando estoy cerca de una persona así se me va también un poquito de mi niña. ¿Porqué en lugar de decirnos a las princesas cómo cuidar a los más chiquitos no nos cuentan cuentos en donde una princesa guerrera defiende a los más chiquitos? Yo no quiero ser una adulta. Por eso juego, juego".

Muchas más palabras sabias me compartió mi hija de siete años. Después llevó a cabo un acto de heroísmo. Me pidió que abriera mi boca y de la suya sacó un arcoiris. Lo guió con sus manos a la mía y me pidió que lo comiera.

"Ahora tienes un pedacito de mi niña interior en ti".

No pude hacer otra cosa que abrazarla y decirle que la amo. Agradecerle por ser mi maestra.

Es curioso. Mi hija insiste en que no quiere ser adulta. Pero ahora sé, que es mucho más adulta que yo.

miércoles, 10 de junio de 2020

Hoy empiezo mi camino. La primera prueba será el agua.Tan sencillo como eso. Beber más agua de la que acostumbro. He de recorrer el laberinto sola. Sin ninguna otra linterna más que la intuición de mi cabeza y mi corazón. He de empezar a reconocerme en esa sombra que me persigue en los sueños, ese ser al que le tengo miedo. Pero no es otro que yo misma, tratando de alcanzarme. Sumergiré mi cuerpo en el lago y en el mar. No me detendré hasta encontrar a la bruja.

martes, 9 de junio de 2020

Incertidumbre

Me habitan preguntas que llueven no sé de dónde. Preguntas que me acompañan desde siempre. Preguntas que llegan sin ser invitadas. No sé cómo moverme en este baile. No tengo puesto mi vestido. Mis pies están descalzos. Las sombras insisten en dibujar siluetas de monstruos en la pared. La luz es tenebrosa. No sé cómo moverme en este baile, sin que mi elección deje fuera algo de mí.

lunes, 8 de junio de 2020

El cuerpo del poema

I

La muerte me llama
en sueños melancólicos
voy tras la palabra
voy tras el sueño
más lúcido que lo lúcido
me derramo
grito, me revuelco
voy tras la palabra

jueves, 28 de mayo de 2020

Compartir un secreto es compartir el dolor. Son pocas las personas en las que se puede confiar. El miedo, la maldad, el desconocimiento, la imprudencia, el descuido, muchos factores pueden hacer que la confianza se rompa con facilidad. Para mí es difícil confiar en las personas, por eso cuando decido abrir mi corazón, hasta por la más pequeña minucia, mi cuerpo tiembla. Todo es emocional y profundamente físico. Mis latidos se aceleran, se me baja la presión, me sudan las manos, me comen los nervios, me da verborragia. Luego, cuando las palabras se agotan, cuando ya no queda más qué decir, la sensación de asfixia desaparece, algo pesado en mi interior se aleja, me siento más ligera, más tranquila, con más fuerza, feliz. Son pocas las personas en las que confío, quizá por eso son pocas las personas que confían en mí. En cualquier caso, la verdad es algo relativo.
La sombra es la suma de todos mis miedos. Esa yo dentro de mí que intento evadir y sin embargo empiezo a reconocer. Este tiempo es favorable para ello. Antes de ir hacia afuera hay que regresar hacia adentro. Adentro se encuentra el tesoro. Tengo listo el mapa y la lupa, el cuaderno y el lápiz. Ahora, a escribir.

sábado, 23 de mayo de 2020

Mi sombra es esa yo que se esconde de mí para que no la vea. Una fuerza que arremete contra todo cuando estoy herida. Cuando se enfada, ella cierra la boca. Y las palabras que nos hacen daño se entierran por dentro como un cuchillo. Escribiendo, le doy luz a la sombra, la alimento, me íntegro con ella. Escribiendo mi verdadero yo crece, se renueva, se restaura.

miércoles, 20 de mayo de 2020

Intentaré volver a las palabras. Dejar atrás la duda. Lanzarme al mar de la poesía. Intentaré mover las alas, hasta que mi cabeza roce el cielo.

jueves, 7 de mayo de 2020

[2007]

Mientras te buscas, me busco. Callo a la niña con alas de mariposa que se cree hada sin poder serlo nunca, la que se sienta debajo de los árboles llorones, los árboles de ramas secas junto al lago. Se desviste. Una a una, deja las prendas en el lodo, dejo las prendas en el lodo, al lado de la piedra, en la montaña celeste. Pájaros volando sobre mi cabeza, pájaros volando sobre la falda bajo la falda. Tela desgarrada por el tiempo, por las uñas de los buitres asesinos. ¿Y de qué hablas entonces? Hablo de nada, de los poemas de humo de amapolas, magníficos versos encantados, versos monstruosos, sedientos de luz de sombras de arácnidos. Y las arañas vienen tejidas de azúcar, se amontonan bajo las cuencas, se arrinconan en la boca de la niña con cara de luna de plata, la que le canta a los lobos y le llora a las flores, a las lilas de la luna llena. Lloramos. Nos vestimos de azul y salimos por la ventana a la calle a rondar por los jardines, buscando un no sé qué no sé por qué. Extrañamos el ruido, odiamos el ruido, deseamos el silencio de la muerte que nos besa seductoramente en la frente. La niña se encoge de hombros. Caminamos después entre sollozos, desnudas del alma y del cuerpo con las manos hinchadas de tristeza enardecida, corazones rotos por martillos de aire, los latidos se elevan. Y entramos, nos enterramos, nos clavamos la vacuidad en la comisura turbia de los labios de seda, caminamos, soñamos con la muerte vestida de novia, soñamos, morimos, volvemos a soñar.

miércoles, 6 de mayo de 2020

Hastío

Siempre la misma agonía
el mismo aborrecer a las estrellas
estoy cansada de quebrarme porque sí
de no vivir bajo el abrazo de la humanidad
o desear siquiera su ternura
estoy cansada de vagar
como una sombra que jamás respira.

domingo, 19 de abril de 2020

Mi magdalena


Vienen a mi mente tres magdalenas. Una, el aroma del mar. Dos, el aroma de tierra en el rancho. Tres, el aroma a pan recién horneado con mantequilla. Los panecillos en cuestión son unos que mi abuela Nilda solía hornear para nosotros por las tardes. Los hacía para merendar. Eran unos panecillos cuya masa venía ya preparada en un contenedor en forma de tubo que se rompía completamente al abrirlo, porque no había otra forma de hacerlo. Después de sacarlos del contenedor, mi abuela los colocaba cuidadosamente sobre un molde rectangular bastante viejo pero que ella se negaba a cambiar porque si no no salían igual. Cuando los sacaba del horno, después de unos quince minutos, mi abuela abría los panecillos por la mitad y les untaba mantequilla. Me gustaba comerlos mientras aún estaban calientes y la mantequilla aún no se derretía por completo. Comí panecillos como esos muchas veces, muchas tardes. Lo que no recuerdo es con qué los acompañábamos. No pudo ser agua. "Si comes pan con agua se te hace engrudo en la panza", nos decía. No sé si es verdad. Por si acaso, sigo su consejo y nunca bebo agua cuando como pan.

jueves, 9 de abril de 2020

Contemplación a la orilla del lago [2009]

Caminabas con el sol en las manos, caminabas desnuda, caminabas. La mirada se te llenaba de ausencias. La eternidad y el azul eran contigo. ¿Por qué quisiste quedarte en la noche?

Cada mañana, cada silencio se apodera de nosotras. Cada luna, cada estrella, la poesía nos carcome, nos bebemos la sal y el azúcar, nos quedamos en tinieblas.

Ésta es mi voz, me reclamas. Ésta soy yo, me revientas. Ésta somos todas, las que fuimos y dejamos de ser, las que seremos de aquí en adelante.

Ahora te despiertas en mitad de la nada, te sientas frente al lago, te miras, te contemplas, esperas que el agua se divida y te muestre lo que eres. Quisieras ver un fantasma, quisieras ver un cisne, quisieras, pero todo se queda en el deseo. Nada viene hacia ti, nada te trae palomas o flores, nada un poema derretido. Todo lo que tienes son las llamas, la furia, la soledad que nunca te abandona, la soledad que se cuelga de tus huesos.

¿Cuándo volveremos a estar juntas?¿Cuándo saldrás de detrás de los espejos?¿Cuándo emergerás hacia la luz? Aquí se nos enreda todo: el lenguaje, los sonidos, los silencios.

¿Cuándo nos traerás la armonía? Hasta que el agua se consuma del todo, hasta que las cenizas se despeguen de los labios, nuestra piel, el pedazo de sombra en que nos hemos convertido, alcanzará el borde de la plenitud.

miércoles, 8 de abril de 2020

“Me disuelvo en la realidad”
- Alejandra Pizarnik -


He decidido tomar prestadas aquellas frases que me signifiquen algo. Después de todo, esto no es literatura, es terapia. ¿Cuántas veces he tenido esta sensación? Desparecer poco a poco en la realidad, volverme transparente, cruzar el portal que divide este universo de todos los universos. Volar. Ha sido una constante en mi vida viajar de aquí para allá a voluntad o sin ella, como si caminara de una habitación a otra. No sé si es un don o una maldición. Ver detrás del viento y las paredes, contemplar con claridad lo que no está a la vista de nadie más que mis ojos. Sumergirme en ese sopor. Volver del laberinto empapada de lluvia, risueña, más ligera. Con alas.

martes, 7 de abril de 2020

Sueño [Fragmentos}

Una casa extraña, con habitaciones extrañas.
Un viaje por caminos extraños.
Alguien me acompaña. Sólo reconozco a una persona. Se llama Ericka.
En cierto momento, una camioneta de color azul se acerca a nuestro mueble y nos baja del auto.
Me ponen una pistola en la sien. El dedo en el gatillo.
De verdad creo que es el fin y aprieto los ojos.
El tipo se apiada o se arrepiente o algo. No dispara.
Corremos. Corremos por caminos más extraños aún.
Veo una casa, mi casa. Con tintes de hacienda antigua. Las paredes rojo chile, como ciertos árboles.
Entramos. Adentro animales. Tortugas, conejos, ambos en formación.
Mucha agua. Agua turbia.
De nuevo hay peligro. No sabemos qué. Huimos.
Siento que alguien va conmigo, pero estoy sola.
Saltamos sobre los tejados. Damos saltos enormes.
Cuando creo que avanzamos suficiente volteo.
Todavía puedo ver la casa de color rojo chile.
Las tortugas en formación.
Agua turbia.
Despierto.

lunes, 6 de abril de 2020

Tengo que escribir un poema. Pero no me llegan las palabras. Quizá si escarbo debajo de la lengua, si abro los ojos, si cierro la puerta, si dejo que la tierra se quede bajo las uñas. Hay muchos escondites en la casa, quizá si me escondo en alguno de ellos me encuentre. O encuentre las palabras que ando buscando, que es lo mismo. Porque siempre pasa, siempre. Me quedo con los labios vacíos, juego con la soledad, juego con la muerte. Y cuando mis huesos están ya resecos, la vida me despierta con un bofetada.

viernes, 3 de abril de 2020

El jardín de mis abuelos

Muchas veces he querido mirar hacia adentro, traer devuelta los recuerdos de la infancia. No lo logro. Mis memorias son como rompecabezas incompletos. Un trozo sí y otro no encaja. Cómo si algunas piezas de esas memorias fueran meras invenciones. Para completar una tarea que me dejaron, tuve que hacer un esfuerzo y buscar entre los escombros un recuerdo intacto y verdadero. La respuesta vino como un soplo de aire fresco.

El recuerdo más vívido que tengo de mi infancia es de cuando tenía unos ocho o nueve años. En ese entonces, había en la casa de mis abuelos paternos un hermoso jardín poblado de plantas y flores. Una parte del jardín estaba enmarcado por un gran nogal, enseguida del cual había matas de chile piquín y cilantro. En la otra parte del jardín, había tuyas, rosas, amor de hombre y unas florecitas de color fiucha llamadas vincas. Esas eran mis favoritas. Había también, a lo largo del zacate un caminito ondulado de color rosa, parecido al camino amarillo de la tierra de Oz, que terminaba en un farol.

Recuerdo haber jugado en ese jardín muchas veces durante mi niñez. Me gustaba imaginar que además de conducir a la tierra de Oz, el caminito rosa era también un portal al mundo de Alicia en el país de las maravillas. De hecho, era el camino a un montón de universos mágicos. Todos los días, después de hacer mis tareas, me iba a jugar al jardín y cruzaba el camino para viajar a donde me diera la gana. Pasaba horas ahí. Hasta que daban las cinco o seis de la tarde. A esa hora, mi abuelo salía de la casa a encender el farol. Eso significaba una sola cosa. Pronto empezaría a oscurecer y cuando oscurecía aparecían las sombras y los monstruos, por lo que había que emprender el regreso a casa cuanto antes.

No recuerdo en qué punto de mi vida fue que dejé de visitar el jardín. Para cuando me di cuenta, el zacate y el camino rosa ya habían desaparecido y se habían transformado en un piso de cemento que servía para estacionar el coche de mi abuelo.

Cuando pienso en ello siento tristeza por mis hijos, por mi hija, porque no tuvieron la oportunidad de cruzar por el camino rosado y conocer los mundos mágicos que yo visité. Ellos viajan ahora a otros mundos, menos aburridos según sus palabras. Viajan en cuestión de segundos a través del Internet, sin siquiera salir de casa. Les observo viajar por la Red a miles de universos y veo su sonrisa, pero no veo ese brillo de alegría que sé había en mis ojos cuando estaba en el jardín.

También es posible que esté equivocada y mis hijos sientan la misma alegría que yo sentía en aquellos días, aunque de modo diferente. Tal vez es sólo que yo ya no soy una niña y he perdido la capacidad de asombro ante las cosas.

Lo bueno es que siempre he sido un poco rebelde. Los días se me pasan en un abrir y cerrar de ojos entre el trabajo, las labores domésticas y el tiempo que se nos viene encima. Pero a veces, por las noches, me escapo entre sueños al caminito rosa en el jardín de mis abuelos, lo cruzo de nuevo como en mi infancia y visito aquellos universos mágicos que tanto amé cuando era niña, claro, hasta que el farol de mi abuelo se enciende. Entonces emprendo el regreso a casa. No sea que los monstruos también sean un poco rebeldes. Y les de por perseguirme incluso en los sueños.

martes, 31 de marzo de 2020

Observar la imagen en el espejo. Observar a la niña que me observa. Dejarla contemplar mi rostro, ahora cubierto de paño y cicatrices. Mi cabello con prematuras hebras plateadas. Las pupilas hondas, vacías, aunque con reflejos de recuerdos rotos.
Ella atiende mi llamado. En verdad me observa. Me mira como nunca he podido mirarla, con mucha ternura. Odio su mirada, amo su mirada. La odio de nuevo, la amo otra vez. Empiezo a verla yo también. Primero con recelo, después con algo de paz.
Tal vez es todo lo que necesito. Seguir observando. Observar la imagen en el espejo. Observar a la niña que me observa. Decirle que la recuerdo, que perdono todas las travesuras y los vidrios rotos que dejó a su paso, que la amo. Que la estoy aprendiendo a amar.

lunes, 30 de marzo de 2020

[2010]

Recostarme sobre el polvo, invocar el corazón de los poetas antiguos, escuchar aquella voz. Todo esto lo he intentado, he tenido éxito. Pero atrapar (si se pudiera) al camaleón elástico, el río donde sueña Heráclito... ¿Para qué? ¿Cómo volarían entonces las mariposas? ¿Cómo contemplaríamos la danza de las aves en el cielo? Muchos lo desean, detener para siempre las manecillas del reloj. Yo no, yo  quiero que el Sol me pinte los cabellos, que la niña se haga mujer, madre, abuela, que la tierra envejezca, escribir lo que nos dicte el silencio, esperar la noche, ser polvo de estrellas, volver al instante mismo en que el relámpago de la conciencia nos alumbró. Todo a su tiempo.

viernes, 27 de marzo de 2020

Odio estar cerca del fuego, prefiero los días lluviosos y grises, mejor aún, esos días fríos y secos en que el aire helado te toca la piel y los pulmones. Es cuando más viva me siento. Últimamente el viento escasea. Poco importa que afuera llueva, esté templado o se sienta un calor insoportable. El mejor lugar hoy es en la casa. Ahí adentro el clima siempre es perfecto. Extraño, sí, las noches de luna llena y los atardeceres violetas. Guardo su imagen como un tesoro invaluable en mi memoria. Entre tanto, disfrutaré de la magia del encierro, el estrépito de tres risas inigualables y el delicioso olor a pan casero recién horneado.

miércoles, 25 de marzo de 2020

[2009]

Ellos bailan, cantan, se agitan. Les vibran los cuernos, la cola les arde. En las pezuñas llevan canastas con cerezos. Se los pasan de boca en boca. Los muerden, los saborean, se los tragan. De nuevo bailan, cantan, se agitan. Se abrazan, se besan. El jardín de los cerezos está de fiesta. Los demonios han salido a parrandear.

martes, 24 de marzo de 2020

Vuelvo a la jaula sólo para romper la llave
donde tantos soles y tantas lunas dormí
soñando con murciélagos y unicornios.
No vine para quedarme de nuevo,
con el tiempo he aprendido a amar los espacios vacíos,
la belleza del silencio mezclándose con mi risa.
Estoy a un paso de la muerte
pero no me importa.
Siempre me gustaron los cuchillos.
Andaré descalza sobre el asfalto
o sobre el fuego
pisaré cada trozo de tierra que encuentre
después extenderé las alas
y perseguiré la luz
donde ningún cerrojo me muerda las entrañas.

lunes, 23 de marzo de 2020

Como en una tumba [2006]

Que se queden dentro de mí los espinos, las noches sin luna de tristes memorias, los ayeres dorados de pálidos pétalos, los rasgueos infinitos de una negra guitarra. Que se queden dentro de mí la nostalgia, el llanto del ruiseñor que quema como lluvia, el brillo de las estrellas que se esfuma como niebla, los destellos de un sol tenue, las rosas. Que se queden en mi interior la poesía, el calor de los cuerpos destazados, el blanco helado de las flores de invierno. Que se quede en mí la eternidad.

jueves, 19 de marzo de 2020

Un ente extraño llama a la puerta. Ahora se ha formado un pequeño bucle en cada habitación. La casa ya no es un lugar seguro. El cuerpo ya no es un lugar seguro. Los abrazos escasean, la vida peligra. Es hora de cerrar las ventanas. El sol volverá con suerte mañana, para quienes sigan teniendo abiertos los ojos.

viernes, 6 de marzo de 2020

- Una vez quise soltar tu mano.

La niña agranda sus ojos y me ve como si fuera la primera vez que lo hace. Las alas de mariposa siguen amarradas a su espalda. Se sienta bajo los árboles, los mismos árboles que la cobijaron la última vez que estuvimos juntas. La luna también está en su sitio. No se ha movido un solo milímetro. Los pájaros rondan nuestras cabezas. Nos observamos detenidamente. Las arañas han mudado sus vestidos. Ya no nos muerden los dedos. Ahora nos tejen cuentos, remiendan recuerdos rotos. En el jardín ya no hay manzanas con clavos, en el jardín hay sólo rosas que sangran. La niña se encoge de hombros, yo le abrazo. Limpio el barro en sus manitas. Camino con ella, lejos de la muerte, lejos de las voces que repiten como un mantra “regresa”.

jueves, 5 de marzo de 2020

Cartas a J.E.

Querida hija

Estoy imaginando cómo me gustaría que fueras cuando seas adulta. Lo que mi corazón desea para ti. Ahora mismo te imagino radiante y hermosa, con esa sonrisa pícara que tienes enmarcando tu rostro. Tu inteligencia y capacidades desarrolladas al máximo. Te imagino fuerte, valiente y atrevida. Lo que más deseo para ti, es que no sientas miedo de ser quien eres, que te puedas expresar libremente sin temor al rechazo, sin que sientas culpas que no te corresponden. Que seas tú misma y te sientas orgullosa de eso. Quiero que tu futuro sea brillante, con muchas puertas. Y que tú tengas la capacidad para elegir la puerta que más quieras y te guste, sin que nadie te condicione o te ponga límites. Deseo que te sientas amada y valiosa, que te quieras a ti misma lo suficiente como para sentirte plena, tengas o no a alguien a tu lado. Que nunca pierdas ese toque de bobería que a veces usas cuando estás contenta y con el que esparces tu alegría a los demás. Que nunca pierdas y potencialices tu maravillosa capacidad para amar. Deseo que explores el mundo a la medida de tus pasos. Deseo que te propongas metas y que las logres, que hagas lo que te gusta, aquello que te haga sentir libre y feliz. Quiero que seas poderosa, que creas en ti y que no dejes que ningún comentario negativo te quite tu poder. Que no tengas miedo de equivocarte. Y que si te equivocas, te levantes e intentes otra vez o inventes cosas nuevas. Quiero que sueñes, que vueles y que aterrices cada vez que desees hacerlo y puedas alzar el vuelo otra vez. Que rías mucho, que llores poco. Que resistas al dolor pero no lo busques, que no dejes que te lastimen. Que aprendas de las caídas y te vuelvas más fuerte con ellas. Que no te enganches por errores del pasado. Que sigas caminando siempre hacia adelante. Que cuando tengas dudas, te acerques a Dios, sea cual sea tu concepto de él. Quiero que ames la vida, tu vida, y que la disfrutes al máximo. Quiero que ahora y siempre sepas que te amo.

martes, 25 de febrero de 2020

En la escuela de mi hijo hay muchos pájaros. No son aves comunes y corrientes. Sus nidos están hechos con gritos y trozos de alegría. Rebanadas de carcajadas que sueltan los niños cuando salen a recreo y en lugar de mecerse en un columpio, suben a una nave espacial que los lleva al más hermoso de los planetas. Estos pajaritos vienen de ahí. Se cuelan por las ranuras de la nave, les gusta visitar la Tierra para hacer sus casas con este material tan especial. Algunos de ellos han decidido quedarse a vivir aquí para siempre. No todas las personas lo saben. Yo lo sé porque me lo contó mi hijo. Mi pequeño que platica con un pajarillo azul todos los días, antes de disponerse a viajar al espacio.

viernes, 14 de febrero de 2020

La casa de mi abuela es uno de esos lugares que se estancan en el tiempo. Un bucle. Ciertamente algunas cosas han cambiado. Unas fueron destruyéndose con el paso de los años, otras fueron removidas estratégica e intencionalmente de su sitio o simplemente fueron reemplazadas por otras nuevas.

Observo por la ventana, el jardín ya no es un jardín. No hay nogales, no hay rosas, no hay tuyas, no hay sembradíos de cilantro ni matas de chile piquín, no hay vincas ni amor de hombre. El caminito de color rosa que cruzaba el jardín fue reemplazado por estacionamiento de concreto. El farol que alumbraba al jardín por las noches ya no existe. Adentro de la casa, la sala ya no tiene ese panel de madera oscura en las paredes. Su color es diferente, más claro. Y aquella alfombra sobre la que solía caminar descalza ha desaparecido.

El cambio más notable de todos, es que mi abuela ya no está. No puedo ver su rostro sonriéndome, pero su esencia sigue presente en cada objeto, sigue presente en mi corazón.

jueves, 13 de febrero de 2020

Tengo la mala costumbre de concentrarme en el aquí y en el ahora. El tiempo me juega bromas pesadas. Pocas veces tengo la oportunidad de abrazar el presente. Las palabras y los recuerdos se resbalan como mantequilla. Cuando quiero traerles de vuelta me dan la espalda y se marchan, me sacan la lengua. El sol llega sin que pueda alcanzar siquiera su sombra.

miércoles, 12 de febrero de 2020

Pasa que la fantasía se está perdiendo entre tanta oscura realidad. Horas, meses, años, he estado envuelta en la incertidumbre. De pronto una palabra cae como espada de hielo y me corta el corazón. El alma quiere seguir en pie de lucha, pero se siente triste, decepcionada, fracasada. Las alas no obedecen, los pies no obedecen, el cuerpo no obedece. Siento que me pierdo en mí misma al punto de no saber quién soy o el para qué de mi existencia. Tal vez un error de la naturaleza. Mi otra yo, la que no ha sido destazada, la que se esconde en lo más profundo de la mente buscando luz, ora en silencio. Espera con ansia que Dios pronuncie su nombre y le otorgue su bendición, para seguir caminando sobre los espinos.

viernes, 7 de febrero de 2020

Cinema Female Role Models

Son muchas las mujeres que han aportado luz a mi vida. Mi madre, mis abuelas, mis tías, mis primas, mis amigas, mis maestras, mis jefas y compañeras de trabajo. Incluso mujeres a las que apenas conozco pero que por alguna razón se cruzaron en mi camino y me ayudaron de una u otra manera. Todas ellas tienen en común que son mujeres reales, que conviven o han convivido conmigo durante cierto tiempo. Hay otras mujeres sin embargo, que aunque no son de carne y hueso, me han acompañado desde la infancia y marcaron significativamente mi vida y mi forma de ser.

Cuando era pequeña, mi padre solía rentar películas de toda clase que veíamos en familia mientras comíamos palomitas. En muchas de ellas, algunas animadas, otras con actrices y actores reales, hubo personajes que se volvieron especiales para mí y me inspiraron de tal modo que gran parte de quien soy hoy en día, se lo debo a ellas...

Katy la Oruga



Gordita y glotona. Esta pequeña oruga me encendió el corazón por su valentía. Katy me encantaba además por intrépida y decidida. Es por ella que nació mi gusto por las mariposas, especialmente las de color azul. Y fue también por ella, quizá, que el deseo de volar se convirtió en una obsesión que continuamente, aún hoy en día, invade mis sueños. Su canción: Un día volaré, sigue siendo uno de mis deseos más profundos.




Yo sé que un día
muy pronto encontraré
un rinconcito en donde
pueda yo ser

Siempre dichosa
como el viento silbador
o cual la lluvia que canta
de flor en flor

porque en mi corazón
yo siento palpitar
algo que sin temor
un día ha de brotar

algo que en mi interior
no deja de crecer
que empieza a despertar
que libre quiere ser

Todos mis sueños
se han hecho realidad
dos alas grandes y hermosas
yo tengo ya


Alicia en el país de las maravillas


Alicia era mi imagen en el espejo. No por su físico, sino por su forma de ver el mundo. Un mundo maravilloso, lleno de imposibles hechos realidad. La confirmación de que creer en ti misma es lo único que necesitas para encontrar el camino a casa. Alicia me inspiró por su curiosidad, por su capacidad para crecer y encogerse y así poder ver las cosas desde distinta perspectiva.

La ratoncita valiente


Cuando conocí a la Sra. Brisby yo era todavía una niña y no tenía idea de que un día, me convertiría en madre como ella. No podía pensar entonces en el amor maternal como una fuente de poder. Sin embargo, estaba otra vez esta parte de la valentía. Siendo una pequeña ratoncita, hizo frente a sus miedos. Alzó su voz ante las ratas, se enfrentó a Dragón (el gato) y creyó en la fuerza de su corazón de tal forma que su valentía le permitió usar el poder del medallón mágico para poner a salvo a su casa y a sus hijos e hijas del arado. Una de las frases de esta película que más hizo ruido en mi interior fue: "Puedes abrir cualquier puerta si posees la llave".

Mary Poppins


Aunque sus características en el filme fueron algo distintas que en el libro original, la personalidad de Mary Poppins me cautivó por muchas razones. Ella sabía lo que hacía y no tenía miedo de hacer o decir las cosas. Era compasiva y bondadosa, pero no se dejaba manipular por nadie. Me encantaba su maleta mágica, en la que podías guardar un sinfín de accesorios. Tenía el poder de entrar a un campo animado, flotar a causa de la risa y bailar sobre las chimeneas.


Sarah Williams (Labyrinth)


El personaje de Sarah me gustó por su imaginación desbordante, pero especialmente por la transformación que experimenta en la historia. Después de enfrentar un sinfín de pruebas: juegos mentales, acertijos difíciles e innumerables trampas a lo largo del laberinto, que constantemente cambia, su camino termina en una encrucijada: seguir soñando con cuentos de hadas o crecer y aceptar la realidad. Finalmente, Sarah abraza la realidad, tomando conciencia de quien es ahora y de que nadie puede decirle qué hacer o no. Sus decisiones son suyas. La realidad y la fantasía son suyas también. Y sólo ella tiene la llave para abrir la puerta a cualquiera de los dos mundos. De ella me quedo con la frase con la que vence a Jareth y su maquinación: "No tienes poder sobre mí"

jueves, 6 de febrero de 2020

Traté de huir pero no pude. La necesidad de escribir pulsa en mi interior. He peleado contra el miedo y los demonios una y otra vez. Seguiré luchando hasta que mi verdadero yo se libere.

Empezaré por decir las cosas que casi nunca nombro. Como la forma en que mi corazón se acelera al compás de la música o cuando siente que se rompe sin remedio cuando está triste.

Últimamente me he sentido así. No esa tristeza que carcome los huesos y no te deja pensar. Más bien cierta melancolía por los deseos perdidos, por las cosas que no sucederán y la añoranza de las que sí sucedieron.

Deseo explicarlo a través de la poesía. Pero una extraña bruma me envuelve la mente cada vez que lo intento. 

Ritual doméstico

Voy remando contra la espuma
empujando algas y moluscos
me meto a la boca de la ballena
enciendo fuego, bailo,
canto para ahuyentar los malos espíritus
regreso a la playa
me recuesto en la arena
me vuelvo sal que se endurece
bajo los rayos del sol

Nada sé de poesía. Conozco la terrible mordedura de las estrellas, el crujir de las osamentas cuando el tiempo se desgaja, mi rostro volviéndose polvo frente al espejo, las migajas que quedan del cuerpo tras beber el sol desde la penumbra. Nada sé de poesía, más que el placer de cantar a través de la vida que se nos escapa.

lunes, 27 de enero de 2020

Hay una parte cerca del Río Bravo que me recuerda mucho a Los Barrens. Como a Beverly, cada vez que paso por ahí me invaden imágenes de pájaros. Los Barrens se parecen también a un escenario de mi niñez que existía en la entonces casa de mis padrinos. No se trataba de un río, ni siquiera un arroyo, era más bien un canal abierto para desaguar los residuos de las casas que había en esa especie de vecindad. El canal llevaba a veces agua sucia y otras, tan limpia que podías ver hasta la más pequeña partícula de tierra. A veces el agua se estancaba durante días. Entonces se formaban renacuajos que estudiábamos minuciosamente por horas. Era uno de mis lugares favoritos.

miércoles, 8 de enero de 2020

El cuerpo se cansa con facilidad. El estrés llega sin ser invitado y las enfermedades sin preguntar. Esto es parte de la debilidad humana, pero también de su mayor fortaleza, es la prueba de que estamos vivos y de que nunca morimos del todo.

lunes, 6 de enero de 2020

Es fácil sentir miedo cuando no encontramos esperanza. Anduve caminando yo en un miedo intenso varios días. Entre más avanzaba más oscuro se volvía el camino. Creí que alguna clase de monstruo me perseguía de cerca para devorarme, hasta que mi rostro en la claridad del agua me recordó de qué estoy hecha. El monstruo no está detrás de mí. El monstruo soy yo danzando en un campo de zarzamoras.

sábado, 4 de enero de 2020

Me cuesta iniciar con el pie derecho. He tenido muchos reveses. Incluso cuando intento ser mejor. Es difícil sonreír cuando hay tan poca motivación para hacerlo. Entonces me aferro a lo único real que tengo. El amor de mis hijos y mi amor por ellos. Pese al oscuro panorama, mi corazón desea seguir creyendo y no perder la esperanza.

miércoles, 1 de enero de 2020

Apenas comienza el año y yo he perdido ya la mitad de mí misma. Consulto la brújula. La flecha no se detiene. Ruego a Dios me de fuerza para resistir la tempestad. Ruego a Dios nos regale vida para poder dar gracias cada nueva mañana, aunque persista la lluvia.