Páginas

martes, 22 de agosto de 2023

 


Hay demasiado qué contar. Despacio, he aprendido a entender y vivir el tiempo en espiral, el tiempo no lineal, expandido. Mejoran muchos aspectos de nuestra vida cuando empiezas a practicarlo. Dejas de ver las manecillas del reloj como enemigas, y por el contrario, se vuelven tus aliadas. Aprendes a vislumbrar lo asombroso de la omnipresencia. No en el sentido de creerse Dios, sino de comprender que en realidad puedes estar en varios lugares a la vez. Y sentirte plena, en lugar de agobiada por ello.
Este verano, disfruté de unas vacaciones maravillosas, acompañada de un buen número de integrantes de mi familia. Disfruté, sobre todo, convivir con mi hija y mis hijos. Pero también disfruté convivir conmigo misma.
Restaurada la energía, regresé a “la realidad”: el trabajo, las labores domésticas. Se avecina el caos del regreso a clases y el correteo diario. A diferencia de otros años, no me siento estresada. Me siento más bien con la energía apropiada y suficiente para enfrentar toda la locura y peripecias que esto conlleva, me siento feliz y naturalmente preparada para seguir viviendo el tiempo en espiral.

miércoles, 16 de agosto de 2023


 


Cuando era niña, continuamente enfermaba de las anginas. La temperatura me subía a tal grado que para controlarla, tenían que bañarme en una tina con hielo. Siempre fui flaquita, hasta que llegué a la adolescencia, cuando mi cuerpo comenzó a cambiar. Poco a poco fui subiendo de peso. En cierto punto, empecé a detestarlo. Me desagradaba sentarme y sentir los rollitos de carne y grasa desbordándose en la cintura de mis pantalones. Hice ejercicios, dietas rigurosas, dejé de comer e incluso caí temporalmente en la bulimia. Los años pasaron… madurar, los problemas de salud y mucho trabajo interno de autoconocimiento, me permitieron empezar a ver mi cuerpo de otra manera: escucharlo, sentirlo. Cosas que antes me era imposible detectar fueron haciéndose cada vez más evidentes. Aunque a veces, confieso, paso por alto esas señales. Últimamente había tenido mucho dolor en el brazo izquierdo. Como una hace cada vez que siente algún malestar, recurres a la automedicación y todos los remedios caseros posibles para sentirte mejor y continuar con tus labores diarias. Hoy comprobé que eso es un error. Es necesario escuchar y sentir realmente el cuerpo, este te habla, gime y grita que algo está mal y debe atenderse en tiempo y en forma. Siguiendo los consejos de una querida amiga, recurrí a un médico a recibir atención. Los malestares, sin embargo, no se fueron. Así que escuchando esta vez mi propia conciencia, fui por una segunda opinión. Ahora tengo por fin un verdadero diagnóstico y un tratamiento adecuado. Al igual que cuando me enfermaba de las anginas, el hielo, vuelve a ser mi salvación. Espero mejorar en los próximos días. Pero todo esto me lleva a lo siguiente: Por mucho tiempo odié mi cuerpo y lo maltraté de muchas formas. Mi cuerpo, en cambio, ha sido generoso conmigo, ha soportado umbrales de dolor altísimos, torturas por parte de mis malos hábitos y decisiones, situaciones incómodas o dolorosas a las que por diversas razones lo he sometido. Tengo mucho que agradecer a mi cuerpo. Es la primera vez en más de 40 años que puedo verme completa al espejo y sin importar las dolencias, el volumen, la grasa, la celulitis, las estrías, las manchas, las cicatrices, y todas esas marcas históricas que me ha dejado la vida, sonreír.