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viernes, 7 de junio de 2019

Dos milímetros por hora

No está al alcance de la puerta, siempre queda fuera de nuestros pensamientos. El Sol se levanta y duerme todos los días. Mañana tras mañana contemplamos el milagro, pero nuestros ojos están ocupados en el tiempo que se nos va sin que podamos cumplir las metas que nos hemos trazado, reconociéndonos en un camino muy diferente del que veíamos cuando lo iniciamos. En este sendero, crecemos de a poco y nos empequeñecemos de a mucho. A veces tenemos la suerte de que la vida nos regale luces, estrellas fugaces que casi nunca valoramos porque nos enfocamos en la oscuridad del cielo por las noches y en todas las labores que tenemos encima durante el celeste de los días. A veces, el tiempo que tanto perseguimos nos tiene misericordia y se detiene. Nos da la oportunidad de abrir los ojos, voltear a lo alto y contemplar las estrellas. A veces estos astros brillan con intensidad. Otras veces se apagan permanentemente. Todas estas son cuestiones físicas. La luz que parece que ha dejado de brillar en realidad se ha trasladado hacia nosotros. Nuestro trabajo ahora es resplandecer y seguir esparciendo esa luz a quienes nos rodean. La luz, es el amor de Dios que nos llama, nos busca y se hace uno con nosotros. La muerte no es el final, es sólo el principio.

martes, 4 de junio de 2019

He elegido mirarme las entrañas

exponerlas como una cabeza sobre un tronco
para contemplarme desde afuera
he elegido sacarme las entrañas
para no dejar trapos sucios
que se llenen de insectos rastreros
he elegido sacarme las entrañas
para que la luz del Sol las purifique
de modo que la niña y la mujer adulta
se reconozcan
se salven