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viernes, 6 de marzo de 2020

- Una vez quise soltar tu mano.

La niña agranda sus ojos y me ve como si fuera la primera vez que lo hace. Las alas de mariposa siguen amarradas a su espalda. Se sienta bajo los árboles, los mismos árboles que la cobijaron la última vez que estuvimos juntas. La luna también está en su sitio. No se ha movido un solo milímetro. Los pájaros rondan nuestras cabezas. Nos observamos detenidamente. Las arañas han mudado sus vestidos. Ya no nos muerden los dedos. Ahora nos tejen cuentos, remiendan recuerdos rotos. En el jardín ya no hay manzanas con clavos, en el jardín hay sólo rosas que sangran. La niña se encoge de hombros, yo le abrazo. Limpio el barro en sus manitas. Camino con ella, lejos de la muerte, lejos de las voces que repiten como un mantra “regresa”.

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