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martes, 25 de febrero de 2020

En la escuela de mi hijo hay muchos pájaros. No son aves comunes y corrientes. Sus nidos están hechos con gritos y trozos de alegría. Rebanadas de carcajadas que sueltan los niños cuando salen a recreo y en lugar de mecerse en un columpio, suben a una nave espacial que los lleva al más hermoso de los planetas. Estos pajaritos vienen de ahí. Se cuelan por las ranuras de la nave, les gusta visitar la Tierra para hacer sus casas con este material tan especial. Algunos de ellos han decidido quedarse a vivir aquí para siempre. No todas las personas lo saben. Yo lo sé porque me lo contó mi hijo. Mi pequeño que platica con un pajarillo azul todos los días, antes de disponerse a viajar al espacio.

viernes, 14 de febrero de 2020

La casa de mi abuela es uno de esos lugares que se estancan en el tiempo. Un bucle. Ciertamente algunas cosas han cambiado. Unas fueron destruyéndose con el paso de los años, otras fueron removidas estratégica e intencionalmente de su sitio o simplemente fueron reemplazadas por otras nuevas.

Observo por la ventana, el jardín ya no es un jardín. No hay nogales, no hay rosas, no hay tuyas, no hay sembradíos de cilantro ni matas de chile piquín, no hay vincas ni amor de hombre. El caminito de color rosa que cruzaba el jardín fue reemplazado por estacionamiento de concreto. El farol que alumbraba al jardín por las noches ya no existe. Adentro de la casa, la sala ya no tiene ese panel de madera oscura en las paredes. Su color es diferente, más claro. Y aquella alfombra sobre la que solía caminar descalza ha desaparecido.

El cambio más notable de todos, es que mi abuela ya no está. No puedo ver su rostro sonriéndome, pero su esencia sigue presente en cada objeto, sigue presente en mi corazón.

jueves, 13 de febrero de 2020

Tengo la mala costumbre de concentrarme en el aquí y en el ahora. El tiempo me juega bromas pesadas. Pocas veces tengo la oportunidad de abrazar el presente. Las palabras y los recuerdos se resbalan como mantequilla. Cuando quiero traerles de vuelta me dan la espalda y se marchan, me sacan la lengua. El sol llega sin que pueda alcanzar siquiera su sombra.

miércoles, 12 de febrero de 2020

Pasa que la fantasía se está perdiendo entre tanta oscura realidad. Horas, meses, años, he estado envuelta en la incertidumbre. De pronto una palabra cae como espada de hielo y me corta el corazón. El alma quiere seguir en pie de lucha, pero se siente triste, decepcionada, fracasada. Las alas no obedecen, los pies no obedecen, el cuerpo no obedece. Siento que me pierdo en mí misma al punto de no saber quién soy o el para qué de mi existencia. Tal vez un error de la naturaleza. Mi otra yo, la que no ha sido destazada, la que se esconde en lo más profundo de la mente buscando luz, ora en silencio. Espera con ansia que Dios pronuncie su nombre y le otorgue su bendición, para seguir caminando sobre los espinos.

viernes, 7 de febrero de 2020

Cinema Female Role Models

Son muchas las mujeres que han aportado luz a mi vida. Mi madre, mis abuelas, mis tías, mis primas, mis amigas, mis maestras, mis jefas y compañeras de trabajo. Incluso mujeres a las que apenas conozco pero que por alguna razón se cruzaron en mi camino y me ayudaron de una u otra manera. Todas ellas tienen en común que son mujeres reales, que conviven o han convivido conmigo durante cierto tiempo. Hay otras mujeres sin embargo, que aunque no son de carne y hueso, me han acompañado desde la infancia y marcaron significativamente mi vida y mi forma de ser.

Cuando era pequeña, mi padre solía rentar películas de toda clase que veíamos en familia mientras comíamos palomitas. En muchas de ellas, algunas animadas, otras con actrices y actores reales, hubo personajes que se volvieron especiales para mí y me inspiraron de tal modo que gran parte de quien soy hoy en día, se lo debo a ellas...

Katy la Oruga



Gordita y glotona. Esta pequeña oruga me encendió el corazón por su valentía. Katy me encantaba además por intrépida y decidida. Es por ella que nació mi gusto por las mariposas, especialmente las de color azul. Y fue también por ella, quizá, que el deseo de volar se convirtió en una obsesión que continuamente, aún hoy en día, invade mis sueños. Su canción: Un día volaré, sigue siendo uno de mis deseos más profundos.




Yo sé que un día
muy pronto encontraré
un rinconcito en donde
pueda yo ser

Siempre dichosa
como el viento silbador
o cual la lluvia que canta
de flor en flor

porque en mi corazón
yo siento palpitar
algo que sin temor
un día ha de brotar

algo que en mi interior
no deja de crecer
que empieza a despertar
que libre quiere ser

Todos mis sueños
se han hecho realidad
dos alas grandes y hermosas
yo tengo ya


Alicia en el país de las maravillas


Alicia era mi imagen en el espejo. No por su físico, sino por su forma de ver el mundo. Un mundo maravilloso, lleno de imposibles hechos realidad. La confirmación de que creer en ti misma es lo único que necesitas para encontrar el camino a casa. Alicia me inspiró por su curiosidad, por su capacidad para crecer y encogerse y así poder ver las cosas desde distinta perspectiva.

La ratoncita valiente


Cuando conocí a la Sra. Brisby yo era todavía una niña y no tenía idea de que un día, me convertiría en madre como ella. No podía pensar entonces en el amor maternal como una fuente de poder. Sin embargo, estaba otra vez esta parte de la valentía. Siendo una pequeña ratoncita, hizo frente a sus miedos. Alzó su voz ante las ratas, se enfrentó a Dragón (el gato) y creyó en la fuerza de su corazón de tal forma que su valentía le permitió usar el poder del medallón mágico para poner a salvo a su casa y a sus hijos e hijas del arado. Una de las frases de esta película que más hizo ruido en mi interior fue: "Puedes abrir cualquier puerta si posees la llave".

Mary Poppins


Aunque sus características en el filme fueron algo distintas que en el libro original, la personalidad de Mary Poppins me cautivó por muchas razones. Ella sabía lo que hacía y no tenía miedo de hacer o decir las cosas. Era compasiva y bondadosa, pero no se dejaba manipular por nadie. Me encantaba su maleta mágica, en la que podías guardar un sinfín de accesorios. Tenía el poder de entrar a un campo animado, flotar a causa de la risa y bailar sobre las chimeneas.


Sarah Williams (Labyrinth)


El personaje de Sarah me gustó por su imaginación desbordante, pero especialmente por la transformación que experimenta en la historia. Después de enfrentar un sinfín de pruebas: juegos mentales, acertijos difíciles e innumerables trampas a lo largo del laberinto, que constantemente cambia, su camino termina en una encrucijada: seguir soñando con cuentos de hadas o crecer y aceptar la realidad. Finalmente, Sarah abraza la realidad, tomando conciencia de quien es ahora y de que nadie puede decirle qué hacer o no. Sus decisiones son suyas. La realidad y la fantasía son suyas también. Y sólo ella tiene la llave para abrir la puerta a cualquiera de los dos mundos. De ella me quedo con la frase con la que vence a Jareth y su maquinación: "No tienes poder sobre mí"

jueves, 6 de febrero de 2020

Traté de huir pero no pude. La necesidad de escribir pulsa en mi interior. He peleado contra el miedo y los demonios una y otra vez. Seguiré luchando hasta que mi verdadero yo se libere.

Empezaré por decir las cosas que casi nunca nombro. Como la forma en que mi corazón se acelera al compás de la música o cuando siente que se rompe sin remedio cuando está triste.

Últimamente me he sentido así. No esa tristeza que carcome los huesos y no te deja pensar. Más bien cierta melancolía por los deseos perdidos, por las cosas que no sucederán y la añoranza de las que sí sucedieron.

Deseo explicarlo a través de la poesía. Pero una extraña bruma me envuelve la mente cada vez que lo intento. 

Ritual doméstico

Voy remando contra la espuma
empujando algas y moluscos
me meto a la boca de la ballena
enciendo fuego, bailo,
canto para ahuyentar los malos espíritus
regreso a la playa
me recuesto en la arena
me vuelvo sal que se endurece
bajo los rayos del sol

Nada sé de poesía. Conozco la terrible mordedura de las estrellas, el crujir de las osamentas cuando el tiempo se desgaja, mi rostro volviéndose polvo frente al espejo, las migajas que quedan del cuerpo tras beber el sol desde la penumbra. Nada sé de poesía, más que el placer de cantar a través de la vida que se nos escapa.