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lunes, 23 de octubre de 2017

21 de Octubre 2017

No sé qué decir sobre la muerte de mi abuelo. Me duele mucho pensar que no podré volver a verlo nunca, que jamás escucharé una de sus bromas, su risa traviesa y cómplice, ni siquiera alguna de sus acostumbradas palabrotas.
Cuando pienso en esto sin embargo, vienen a mi memoria cientos de recuerdos hermosos que compartí con él, recuerdos que me acompañarán siempre y en los que él seguirá vivo.
Creo en Dios. Y sé que en su infinita misericordia, perdonará todas las faltas que mi abuelo haya cometido y que lo recibirá con inmenso amor en su reino, por eso tengo Fe en que volveremos a encontrarnos.
Entre tanto, aquí en la Tierra, me duele su ausencia profundamente. Pero quizá me duele un poco más el llanto incontrolable de mi hermano, el rostro adolorido de mi abuela, las crisis nerviosas de mi tío, el llanto de tristeza de mi madre, la expresión confundida de mis hijos y el terrible silencio de mi padre.
Todos y cada uno de nosotros sufrimos su pérdida de distinta manera, pero movidos por el mismo amor. Este amor que ahora, siento, debo intentar compartir con quienes me rodean para poder vaciarme y llenarme otra vez toda.
No sé qué decir sobre la muerte de mi abuelo, sólo que ya no soy la misma, que el mundo tiene una visión extraña, ambivalente: le falta un trozo de luz y curiosamente lo veo más luminoso.