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martes, 25 de febrero de 2020

En la escuela de mi hijo hay muchos pájaros. No son aves comunes y corrientes. Sus nidos están hechos con gritos y trozos de alegría. Rebanadas de carcajadas que sueltan los niños cuando salen a recreo y en lugar de mecerse en un columpio, suben a una nave espacial que los lleva al más hermoso de los planetas. Estos pajaritos vienen de ahí. Se cuelan por las ranuras de la nave, les gusta visitar la Tierra para hacer sus casas con este material tan especial. Algunos de ellos han decidido quedarse a vivir aquí para siempre. No todas las personas lo saben. Yo lo sé porque me lo contó mi hijo. Mi pequeño que platica con un pajarillo azul todos los días, antes de disponerse a viajar al espacio.

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