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miércoles, 25 de noviembre de 2020

El tiempo se disuelve como mantequilla sobre pan recién horneado. No pasa nada y a la vez pasan muchas cosas. Trato de enfocar mis energías, priorizar. Abro los ojos a un nuevo día, me aseguro de cubrir mi nariz, mis labios, mis ojos. Gel antibacterial a la mano. Barrer, lavar, cocinar, hacer tareas con mi hija y mis hijos. Todas las pequeñas acciones domésticas, que terminan convirtiéndose en montaña. Las letras casi siempre en segundo plano, pero ahí, como un tatuaje latiendo bajo mi piel. Me invocan, aúllan en mis entrañas. No puedo postergarlo, escribo.

Se supone que debo permanecer en casa, pero el deber me llama. No importan los peligros, no importa la mala energía de la gente. Hoy es 25 de noviembre y tengo que salir a la calle, tengo que decir alto a la violencia. No más mujeres maltratadas, no más mujeres reducidas a un bulto de carne ensangrentado y disuelto en el olvido.

martes, 24 de noviembre de 2020

Algún día abrirá los ojos,
​v​erá el lodo en la suela de ​s​u zapato,
​tratará de abrir la puerta
sin encontrar la llave,
al otro lado estaré yo,
abierta de par en par al futuro,
​leyendo dos o tres poemas,
escribiendo sobre lirios y fantasmas.

lunes, 23 de noviembre de 2020

Es difícil entregar totalmente el espíritu a una causa. El ruido cotidiano de la vida nos absorbe de tal forma que a veces ni siquiera notamos que el lodo nos ha llegado hasta el cuello. Olvidamos cómo se siente la miel en la lengua, olvidamos el olor de las flores y de nuestro propio cuerpo. Nos movemos como espuma sobre las olas, arrastradas por el viento y la marea. Ya no reconocemos nuestras pisadas. Tratamos de romper la roca, liberar un poco del peso que llevamos en la espalda. Al llegar la noche nos echamos junto al fuego, mientras la luna nos lame las heridas.

jueves, 19 de noviembre de 2020

Su garganta es un pájaro vivo

en donde mi voz se apaga.

No hay hilo que me sostenga en el aire.

He de convertirme en piedra

para que mis ojos sigan volando.

Sólo la tierra se tragará mis huesos

cuando ya no queden más espinas

en la carne. 

domingo, 1 de noviembre de 2020

Trick or treat

Siempre me ha gustado el otoño. El Día de Muertos y las festividades de Halloween han sido siempre mis conmemoraciones favoritas. Hay algo extraño en la muerte que hace que me sienta viva. Este año no hubo truco o trato. Decidimos no intentar engañar a la muerte ni hacer tratos con ella. Nos reunimos demasiado pocos, con demasiada distancia entre nosotros. No nos abrazamos ni nos dimos siquiera la mano. No hubo caminata nocturna ni tocamos el timbre de ninguna puerta. No hubo casas embrujadas, salvo la nuestra. Sí hubo adornos, disfraces, piñata, dulces, pastel y un delicioso banquete con pescados, camarones, arroz blanco y ensalada fresca. Vivimos la alegría a través del bullicio de los niños, nos reímos recordando anécdotas de cuando el mundo era diferente y fantaseamos con mejorar las fiestas cuando todo esto termine. Estamos conscientes de los riesgos pero nos aferramos a la esperanza, oramos para que nuestros antepasados nos cuiden y podamos, en la medida de lo posible, retrasar el reloj todos los días.