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jueves, 24 de septiembre de 2020

Plegaria [2003]

En las oscuras alas de la muerte, hay un viento suave que sopla y conduce a un camino de luz divina. Las olas de este mar inmenso controlan el curso que sus moradores han de seguir. Ahora están encerrados en la arena del recuerdo, prestos a luchar contra el destino. 

Es entonces, cuando el murmullo de los niños inunda las calles grises, pintando sueños de color azul, para borrar antiguas pesadillas. Es entonces, cuando el resplandor del cielo enciende estrellas en sus tiernos ojos, haciendo renacer la inocencia que perdieron los adultos. 

Dulces mariposas vuelan hacia las nubes, dejando en el ambiente trocitos de alegría. El otoño sigue vivo, las luciérnagas susurran cantos mortíferos en el eco de las montañas. Su voz atraviesa los límites desérticos, alcanza cumbres inexploradas. 

Una oración se eleva en el aire, las sonrisas infantiles despiertan rayitos de esperanza. La luna es un rostro sin sentidos, prendido en el firmamento. Sus labios responden a la súplica, detienen el tiempo en un instante eterno, dando cuerda a las manecillas del reloj. 

Un gesto de amor tiñe de oro las mañanas, pinta de carmín las tardes. Las blancas manos del que es y será, acarician con ternura al universo.

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