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miércoles, 14 de octubre de 2020

Habito la marea. Hay mañanas en que el agua, como una cuna líquida, me adormece. Otros días, las olas son tan fuertes que azotan mi cuerpo contra las rocas. Como un crustáceo, resisto, aferro mis raíces, me sumerjo en lo profundo del océano para evitar la furia del mar. Pasado un tiempo, regreso a la superficie, el canto de las sirenas crea murmullos apacibles y soy mecida entre poemas de espuma. Caigo en un sueño hermoso y tierno. Duermo, sueño, se vuelve difícil despertar.

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