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viernes, 18 de octubre de 2019

Mi hijo más pequeño me ha dado una lección de vida. Me dijo que él fue creado por Dios, en el Cielo. Que Dios lo hizo uniendo un montón de pedacitos. Y luego le puso un corazón el cuál sacó de una cajita. La sabiduría de mi hijo me ha dado esperanza. Me invita a reflexionar profundamente sobre todas las cosas.

jueves, 10 de octubre de 2019

Nuevamente contemplaba la luna con profunda nostalgia. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que esa esfera había estado tan iluminada como en aquellos días en los que sus alas brillaban todavía con el destello de sus rayos de plata, cuando podía ir y venir por el firmamento en vuelo libre. Pero esos días habían terminado. Renunció a ellos por el amor a un ser humano. No se arrepentía. De nuevo daría su poder y sus alas para salvar a aquél niño de una muerte prematura, pero eso no evitaba la dulzura que traía a su corazón aquellas memorias. Recordar la hacía sentirse viva. La luna le daba además un poder nuevo. El poder de volar sin alas a través de los sueños. Y esa sería su propia salvación. Estaba decidida. Volaría al portal de los sueños y recuperaría sus alas, recuperaría la magia que intuía, pese a la oscuridad del mundo, aún existía en su interior.

miércoles, 9 de octubre de 2019

Mi cuerpo no responde como yo quiero. Se tensa y destensa a su total antojo. Mientras yo ando por el mundo como muerta, caminando de aquí para allá sin sentido, sin fuerzas para lograr cualquier propósito. Colapsando. La Tierra, en cambio, gira sin detenerse. Pero yo no tengo tiempo de contar las horas. Necesito concentrarme lo suficiente para poner un pie delante del otro sin caerme. Concentrarme lo suficiente como para recordar que existo, que tengo un nombre y que la mejor meta al final del día, es respirar y desear hacerlo mañana todavía.