Páginas

miércoles, 31 de enero de 2024


El jardín de los abuelos siempre fue mi sitio más seguro. Cierro los ojos y vuelvo a él con el alma llena de alegría. Me abraza el olor del nogal y las rosas, la sedosa textura del césped, la rara sensación de las tuyas. ¿Dónde está esa niña de ojos grandes y traviesos? ¿Cuántos soles pasarán antes de que vuelva a abrazar esos días? Las infancias del presente no reconocen estas voces. Cierta tristeza me invade cuando pienso en esto, aunque a ellas no parece importarles. Siempre aparentan estar felices. Tal vez haya un jardín que nosotras no hemos visto. Un lugar paradisíaco al que no tenemos acceso. Quizá, como en las redes, para entrar se necesita una contraseña. O tal vez solamente hay que poner tierra y semillas en sus manos. Una palabra de aliento en su corazón.

martes, 30 de enero de 2024


A veces la poesía fluye como manantial. Otra veces no hay tiempo de otra cosa más que adherirse a lo planeado y sacar adelante los pendientes. Ya habrá un momento para desmembrar el alma. Mientras tanto, me rebelo. Acudo a las letras porque la vida depende de ello. Así que escribo, me extiendo en la hoja. Entro en comunión con la palabra. Soy la palabra.

viernes, 26 de enero de 2024



Mi lugar favorito de la casa es un sillón viejo y ya casi sin resortes que se ha convertido en el lugar de encuentro con mi hija y mis hijos. Es ahí donde nos reunimos para platicar, comer y ver películas o series en familia. Lo importante entonces, no es el objeto, sino lo que representa: La unidad, la fusión, el amor, lo infinito.

Tengo la fortuna de contar con un trabajo que amo y disfruto, que como todo, tiene sus exigencias, entre las cuales, el tiempo, es un factor crucial. La calidad, por lo tanto, es prioridad cuando se trata de mi familia.

Yo no sé mucho de nada, pero sí un par de cosas, como que un buen libro, es magia en las manos. Dibujar, pintar, modelar, crear collages, escribir cuentos, abre los sentidos y la puerta a la creatividad. Periódicamente, practico estas actividades con mis peques. Y cada vez que lo hago, aprendo más de ellos, gano sabiduría.

Ignoro cuán grande o pequeño es el impacto que esta acción tendrá en sus vidas.. Deseo con todo mi corazón que sea profundo y permanente. Siempre estaré ahí cuando me necesiten. Habrá un día, sin embargo, en que no me será físicamente posible. Mi anhelo es que para entonces, la semilla haya echado raíces y sus días sean verdes y luminosos. Que puedan compartir más adelante estos obsequios. Sin duda, eso hará del mundo un sitio mejor. Con suerte, elijan su propio lugar favorito y aunque sea uno nuevo, junto a otras personas, de vez en cuando, en un pequeño huequito, el viejo sillón de la casa vuelva a su memoria fugazmente y les haga sonreír.

jueves, 25 de enero de 2024



Tengo una amiga a la que, desde el momento en que la conocí, adopté como hermana. De niñas, ambas tuvimos siempre más o menos la misma estatura y complexión, nuestro cabello castaño y largo hasta la cintura, era también, por aquél entonces, muy similar, las dos tenemos un lunar cerca del ojo. Ella se llama Alejandra y yo también, aunque con X. "Cuatas", nos decían, y casi siempre andábamos juntas. Su madre, se convirtió en mi segunda madre. Tan cercanas, que si ella no estaba en mi casa, yo estaba en la suya. De día o de noche. Si hay un momento de mi niñez que recuerdo con mayor afecto y nostalgia, es precisamente esa época. Nosotras dos contra el mundo, jugando, sonriendo, cantando.

Nunca he perdido total contacto con ella, pero el tiempo, las decisiones que cada una tomó y las circunstancias de la vida nos llevaron por distintos caminos. Yo vivo en México y ella en Estados Unidos. Son contadas las veces en que podemos reunirnos de manera presencial e incluso de manera virtual, pero de una forma u otra, ambas sabemos que en el pensamiento de la otra, siempre estamos presente. En mi corazón, ella tiene y tendrá siempre un lugar privilegiado. Se ganó ese sitio por ser quien es: Un ser maravilloso. Y la mujer en la que se ha convertido no hace sino afianzar ese lugar.

Hace poco, Alejandra recibió una muy mala noticia y a partir de ese momento, su vida ha dado un giro de 180 grados. Mis circunstancias no me permiten estar físicamente a su lado. Afortunadamente, la tecnología ayuda a acortar las distancias y estar al día de lo que sucede con ella. En estos momentos está teniendo la peor batalla de su vida. Imagino que a veces, a pesar de todo el apoyo y amor que recibe de toda persona que la conoce, llega un momento en que se puede llegar a sentir triste o sola. Sin embargo, sé con certeza que eso no la detiene, nunca la ha detenido y jamás la detendrá. Porque es la chica más fuerte y valiente que conozco. Siempre con una palabra de aliento en su boca, siempre fuego y alegría, siempre amor vivo que se derrama en todas y en todos.

Mientras escribo esto, le están dando su sexta quimioterapia. Se ha ausentado del mundo temporalmente y no tiene idea, aunque sí lo sabe, de cuántas personas estamos haciendo oración para que salga adelante y se recupere. Tengo Fe de que abrirá nuevamente los ojos y cuando lo haga, habrá ganado otra pequeña victoria. Mi corazón estará con ella cuando suceda. Más tarde, cuando tenga oportunidad, espero que lea esto y en su mente, escuche esa canción del grupo Pesado que cantamos juntas muchas veces:

Siempre que tu quieras yo estaré contigo
Cuando te sientas sola y necesites de un amigo
Cuando el mundo entero se venga sobre tu espalda
Y sientas que no hay nadie solo acuérdate de mí
Tu sabes que estoy lejos más no afecta la distancia
Cuando tengas un problema solo acuérdate de mí
Que yo te ayudaré
Por que siempre has sido toda la razón de mi existir
Por que en ti puse el cariño y mi esperanza cuando yo
Aún estaba contigo y aprendíamos a vivir
No te dejes vencer
Echa todo tu coraje y levántate otra vez
Desde otra parte seguiré a cada paso tu vivir
Y cada vez que veas al cielo solo acuérdate de mi

​Te amo querida hermana 💗



miércoles, 24 de enero de 2024


Desde hace tiempo ronda en mi cabeza la idea de escribir algo más, algo profundo, que tenga sentido, pero cada vez que estoy ante la hoja en blanco pienso que no hay nada interesante ni sensato que pueda compartir y que si lo hago, alguien dirá que son puras tonterías o simplemente pasará de largo la lectura por otro tema que sí sea interesante. He leído que no se puede escribir sobre lo que no se sabe, por lo tanto, para poder escribir, necesito enfocarme en lo que conozco.

Reflexiono sobre mi comportamiento. Hay días en que la luz me envuelve como un torbellino, el cielo es azul intenso y la sonrisa aparece en mis labios sin que la invoque. Me siento viva, con energía y por lo tanto, no pienso en hacer, sino que hago muchas cosas sin mayor esfuerzo y me siento contenta con los resultados. En esos días abunda la música, canciones de letras importantes para mí. Hay otros días, en cambio, en que el silencio es casi permanente. Quiero hacer muchas cosas, pero no puedo concentrarme en ninguna, soy presa de la disociación. Cumplo con las funciones más vitales, pero mi mente y mi cuerpo funcionan por separado, a cuenta gotas. Otros días, los más oscuros acaso, me invaden recuerdos dolorosos, una sensación de ahogo y pesadumbre, cierto placer ante el dolor. Y me dejo arrastrar por ese sentimiento.

Después de cierto tiempo, el cuerpo y la mente se cansan y me lo hacen saber de manera contundente, a veces con un dolor de cabeza, otras con visión borrosa, con el corazón agitado o con la presión tan alta que marea. A veces mi piel se irrita y se vuelve roja como la sangre, otras veces sólo quiero dormir y otras más la alergia me cierra la garganta y apenas puedo respirar.

Tras una pausa obligatoria para atenderme y prestar atención a lo que cotidianamente decido o las prisas me obligan a ignorar, me enfoco de nuevo, cierro los ojos, respiro profundamente, escucho de verdad. A esto le sigue un periodo de paz y armonía de mí misma con el mundo, me dan ganas no solo de cantar sino bailar, sentir el viento en la cara. Me asombro de lo más ordinario.

Hago cosas que disfruto: leer, escribir, escuchar música, no siempre en ese orden. Me sincronizo con la naturaleza, recupero mi naturaleza, me siento libre, me siento feliz.

Muchas veces, cuando entraba en mi periodo oscuro, y comprendía que ya había pasado por ahí, me asustaba. Me daba miedo que hubiera algo malo en mí, que estuviera perdiendo la cordura. Poco a poco he aprendido a minimizar esta angustia, pues sólo me genera estrés e imposibilita el camino de regreso a la luz. A paso lento, incluso con trastabilleos, me he vuelto más comprensiva y paciente conmigo misma. Eso me ayuda a aceptarme como soy, con todos los altibajos que eso implica. Vivo la vida a mi propio ritmo, pongo atención a las pequeñas cosas. Y claro, no dejo de escribir.