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jueves, 9 de abril de 2020

Contemplación a la orilla del lago [2009]

Caminabas con el sol en las manos, caminabas desnuda, caminabas. La mirada se te llenaba de ausencias. La eternidad y el azul eran contigo. ¿Por qué quisiste quedarte en la noche?

Cada mañana, cada silencio se apodera de nosotras. Cada luna, cada estrella, la poesía nos carcome, nos bebemos la sal y el azúcar, nos quedamos en tinieblas.

Ésta es mi voz, me reclamas. Ésta soy yo, me revientas. Ésta somos todas, las que fuimos y dejamos de ser, las que seremos de aquí en adelante.

Ahora te despiertas en mitad de la nada, te sientas frente al lago, te miras, te contemplas, esperas que el agua se divida y te muestre lo que eres. Quisieras ver un fantasma, quisieras ver un cisne, quisieras, pero todo se queda en el deseo. Nada viene hacia ti, nada te trae palomas o flores, nada un poema derretido. Todo lo que tienes son las llamas, la furia, la soledad que nunca te abandona, la soledad que se cuelga de tus huesos.

¿Cuándo volveremos a estar juntas?¿Cuándo saldrás de detrás de los espejos?¿Cuándo emergerás hacia la luz? Aquí se nos enreda todo: el lenguaje, los sonidos, los silencios.

¿Cuándo nos traerás la armonía? Hasta que el agua se consuma del todo, hasta que las cenizas se despeguen de los labios, nuestra piel, el pedazo de sombra en que nos hemos convertido, alcanzará el borde de la plenitud.

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