SANGRE, BARRO Y ESPIRITU
TEXTOS, POEMAS Y OTROS DELIRIOS
Por Linda González
miércoles, 31 de enero de 2024
martes, 30 de enero de 2024
A veces la poesía fluye como manantial. Otra veces no hay tiempo de otra cosa más que adherirse a lo planeado y sacar adelante los pendientes. Ya habrá un momento para desmembrar el alma. Mientras tanto, me rebelo. Acudo a las letras porque la vida depende de ello. Así que escribo, me extiendo en la hoja. Entro en comunión con la palabra. Soy la palabra.
viernes, 26 de enero de 2024
jueves, 25 de enero de 2024
miércoles, 24 de enero de 2024
viernes, 17 de noviembre de 2023
martes, 22 de agosto de 2023
miércoles, 16 de agosto de 2023
Cuando era niña, continuamente enfermaba de las anginas. La temperatura me subía a tal grado que para controlarla, tenían que bañarme en una tina con hielo. Siempre fui flaquita, hasta que llegué a la adolescencia, cuando mi cuerpo comenzó a cambiar. Poco a poco fui subiendo de peso. En cierto punto, empecé a detestarlo. Me desagradaba sentarme y sentir los rollitos de carne y grasa desbordándose en la cintura de mis pantalones. Hice ejercicios, dietas rigurosas, dejé de comer e incluso caí temporalmente en la bulimia. Los años pasaron… madurar, los problemas de salud y mucho trabajo interno de autoconocimiento, me permitieron empezar a ver mi cuerpo de otra manera: escucharlo, sentirlo. Cosas que antes me era imposible detectar fueron haciéndose cada vez más evidentes. Aunque a veces, confieso, paso por alto esas señales. Últimamente había tenido mucho dolor en el brazo izquierdo. Como una hace cada vez que siente algún malestar, recurres a la automedicación y todos los remedios caseros posibles para sentirte mejor y continuar con tus labores diarias. Hoy comprobé que eso es un error. Es necesario escuchar y sentir realmente el cuerpo, este te habla, gime y grita que algo está mal y debe atenderse en tiempo y en forma. Siguiendo los consejos de una querida amiga, recurrí a un médico a recibir atención. Los malestares, sin embargo, no se fueron. Así que escuchando esta vez mi propia conciencia, fui por una segunda opinión. Ahora tengo por fin un verdadero diagnóstico y un tratamiento adecuado. Al igual que cuando me enfermaba de las anginas, el hielo, vuelve a ser mi salvación. Espero mejorar en los próximos días. Pero todo esto me lleva a lo siguiente: Por mucho tiempo odié mi cuerpo y lo maltraté de muchas formas. Mi cuerpo, en cambio, ha sido generoso conmigo, ha soportado umbrales de dolor altísimos, torturas por parte de mis malos hábitos y decisiones, situaciones incómodas o dolorosas a las que por diversas razones lo he sometido. Tengo mucho que agradecer a mi cuerpo. Es la primera vez en más de 40 años que puedo verme completa al espejo y sin importar las dolencias, el volumen, la grasa, la celulitis, las estrías, las manchas, las cicatrices, y todas esas marcas históricas que me ha dejado la vida, sonreír.
sábado, 24 de junio de 2023
Como filo de navaja
la obsesión ataca con siniestro anhelo.
Una serpiente desciende por mi cuerpo,
se enrosca en la garganta,
inyecta su veneno.
Esa otra que no sabe de mí
es incapaz de pronunciar palabras.
Esa otra que no sabe de mí,
tiembla.
El siseo se fortalece,
las escamas se multiplican,
el silencio se expande.
Algo penetra en la nuca,
algo monstruoso se filtra en la retina,
el gemido escapa de los labios.
El mundo gira,
los huesos quedan atrapados,
eso que no tiene nombre
se desplaza hacia adentro.
La obsesión encuentra de nuevo mis pulmones,
el deseo de volar a ese paraje
donde el rojo de los cerezos
florece.