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miércoles, 25 de noviembre de 2020

El tiempo se disuelve como mantequilla sobre pan recién horneado. No pasa nada y a la vez pasan muchas cosas. Trato de enfocar mis energías, priorizar. Abro los ojos a un nuevo día, me aseguro de cubrir mi nariz, mis labios, mis ojos. Gel antibacterial a la mano. Barrer, lavar, cocinar, hacer tareas con mi hija y mis hijos. Todas las pequeñas acciones domésticas, que terminan convirtiéndose en montaña. Las letras casi siempre en segundo plano, pero ahí, como un tatuaje latiendo bajo mi piel. Me invocan, aúllan en mis entrañas. No puedo postergarlo, escribo.

Se supone que debo permanecer en casa, pero el deber me llama. No importan los peligros, no importa la mala energía de la gente. Hoy es 25 de noviembre y tengo que salir a la calle, tengo que decir alto a la violencia. No más mujeres maltratadas, no más mujeres reducidas a un bulto de carne ensangrentado y disuelto en el olvido.

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