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miércoles, 28 de julio de 2021

No soy una mujer sencilla,
tengo los ojos muy abiertos
y la boca muy cerrada.
Me he acostumbrado al dolor
cómo se acostumbra una
a un zapato incómodo.
No intento salvar al mundo
ni a los pobres desvalidos,
escribo porque no sé hacer otra cosa
que introducir el lápiz en la aorta
para sacar de ahí mariposas
y serpientes,
todo lo que puede caber en la angustia.
Escribo porque no pierdo la esperanza
de despertar a los muertos
para que vengan a contarnos
cómo es estar bajo el sol
sin llenarse los pies de sangre
ni la boca de estiércol.

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