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martes, 27 de julio de 2021

Este no es un poema bonito,
no tiene que ver contigo o conmigo,
tiene que ver con la muerte,
con una niña que juega en la playa,
cabellos largos al viento.
La niña, que puedes ser tú,
que puede ser cualquier niña en verano,
tiene los ojos negros de ayuno,
no hay poder humano que la salve
de esa horrenda hambre que duele,
esa terrible necesidad de amor
que nunca le será dado.
La niña lo sabe,
por eso se lleva la calle a los bolsillos,
un par de piedritas doradas,
raíces de sueños,
flores para los días tristes
y una sonrisa retorcida.
Cuando sea el momento adecuado,
hará con ellos una sopa,
la beberá en el silencio de un sepulcro vacío,
plantará semillas dulces
en los párpados de las huérfanas,
alzará una bandera blanca
para que las nuevas generaciones
aprendan a aullar.

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