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martes, 20 de julio de 2021

Después de tantos años herida
vuelvo los ojos al suelo,
formo con el barro un nuevo vestido
de color negro terciopelo.
Me dejo los pies desnudos
para no olvidar que la tierra y yo somos una,
que uno es el canto del ruiseñor y el cuervo,
una la noche roja que baja por los tobillos hasta el mar,
uno el corazón atravesado,
uno el rezo que se eleva al cielo,
una la historia que se entreteje de huesos
y palabras perdidas,
uno el grito que antecede al deseo cumplido,
una la roca y el viento que la azota,
uno el gusano que se arrastra y el pájaro que vuela,
una la gota de sangre y el dolor que supura,
una la verdad entre el cuerpo y el espíritu
una yo y todas las sombras que me habitan.

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