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martes, 3 de febrero de 2015

ELLA NO PODÍA GRITAR

Ella no podía gritar con libertad. Era su sombra quien hurtaba las palabras. El pie de la oscuridad lo que apretujaba su cuello. El espejo se quebró de tanto mirarse en él. La piedra vino desde adentro. La mujer aprendió a sangrar a grito abierto y la jaula se volvió pájaro de fuego.