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miércoles, 18 de agosto de 2021

Hay quienes padecen el sueño de la razón
y no lo saben,
son sus cabezas las que flotan en el cosmos
como una semilla mágica.
Son sus manos y no las nuestras,
las que remueven la tierra y la desgajan
para que nazca el fruto.
​Nos toca mirar,
desde el otro lado de la jaula,
porque no hemos aprendido
lo que es cantarle al océano,
no nos hemos quitado la máscara
que nos esconde del otro,
seguimos en la apatía
de no movernos del fuego
aunque en él ardamos.

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