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jueves, 12 de septiembre de 2019

Nadie pudo dibujarlas correctamente. Plasmaron su imagen en la niebla y se desvaneció. Alguien más intentó pintarlas desnudas, pero sus cuerpos no eran reales, no había marcas del tiempo en su piel. El silencio invadió sus labios, la noche penetró en sus ojos. Por eso huyeron de sí, despavoridas. Desde entonces no encuentran el camino a casa. Andan a gatas, maullando, intentando florecer en medio de la oscuridad.

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