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sábado, 2 de diciembre de 2017

Tuve que amarrar mis tobillos a la vida

para que la muerte no me arrastrase tan pronto. Me puse alas en la espalda, porque de lo contrario el único camino era caer. Aquí todos los tiempos se conjugan en demencia. Todas las horas suenan como una vieja canción interpretada por fantasmas. La sangre sigue siendo el conjuro para despertar a las almas perdidas. La noche sigue siendo el llamado de los locos y de todos los que tenemos roto el espíritu.

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