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jueves, 2 de marzo de 2023


Escribir absurdos sin sentido, como cabello, plástico o perfume. Destilar sombras, romper trompos, todo lo que se aleje de las calles y los cuerpos. Unificarlo todo: el árbol, el plato, el hueso, el patito de hule en la bañera, los vestidos rotos, las uñas recién pintadas. Barbaridades. Todo lo que queda fuera del poema: vidrios, espuma, soles, codornices, muñecas de trapo y celofán azul, o blanco, o negro, o rojo, o amarillo oro canario cantando bajo la ventana. Así es como me dijeron que hiciera, pero yo no pude. Nunca he seguido muy bien las reglas. Camino más bien de espaldas al espejo, giro las perillas tres veces, cien veces, me caigo, me raspo la rodilla, sangro y vuelvo a cantar, a contemplar la gotita de lluvia que cae en la tierra. Sonrío. Escribo, y al hacerlo, hago que el mundo se estremezca.

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