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viernes, 10 de septiembre de 2021

Las hormigas atacan con persistencia la cocina.
Cada día es una batalla descomunal.
Mi cuerpo se ha vuelto un cascarón de huevo
que se rompe al estrellarse contra el suelo.
Mi yo verdadero está intacto,
dormita entre los brazos de Eva y de María,
baila junto a Lilith, en la piscina de barro.
Mientras el insecto se afana por destrozar el pan,
la carne, el grano de arroz,
mi espíritu se transforma en un ave,
escala el cielo con las alas abiertas,
luego baja a la tierra,
arroja las plumas al fuego,
se recuesta en el sillón de la sala
con un libro bajo el brazo,
ronronea el pelaje que comienza a crecer
en las piernas,
renace,
abre los ojos a la luz del conocimiento.

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