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martes, 8 de junio de 2021

Cuando era niña, me bastaba ver la lluvia para convertirme en pájaro. Me bastaba soñar despierta, para volar sobre las copas de los árboles. Últimamente, es necesario ponerme un arnés en la cintura, zigzaguear la enramada, para prevenir la muerte. He de cantarle a las nubes, emular el sonido de los truenos, no sea que en vez de ave, me convierta en un sapo, de esos que viven bajo la tierra, y en lugar de alas, me nazcan raíces.

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