Páginas

viernes, 18 de marzo de 2016

AQUÍ, AHORA

Ya no hay curvas suaves. Hay pliegues, manchas, rasgaduras en la piel. Un cuerpo en descomposición que deambula buscando, a tientas, las alas de un pájaro azul, lo absoluto. Hace poco lo encontré arrinconado en mi cintura, lo que queda de ella. Debajo de mis pechos, junto al corazón. Y descubrí que no era nada del otro mundo. Apenas un leve zumbido. Ni siquiera un aleteo. El paraíso está en las cosas más simples, los pequeños detalles. En el espejo se cierne una sombra, una luz mortecina. Soy yo emergiendo nuevamente desde mis huesos, desde mi voz apagada, con rostro sonriente. Las cicatrices se van cerrando mientras sangran todavía y alumbran con fuertes estertores a la mujer plena, feliz.