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domingo, 10 de mayo de 2015

TE PRONUNCIO MADRE

para que seas
inmortal en esta tierra ardiente.
Nos trajiste desnudos,
hambrientos,
desahuciados.
En tu vientre no estaba el Sol,
estaba la humedad de la noche,
su pigmento.
De ti nos bebimos la vida,
las preguntas necesarias.
Así emprendimos el viaje,
con carne, huesos, alma,
escalamos de nuevo al disturbio.
Y allá vamos otra vez
descalzos, íntegros, dispuestos.
Esta es tu enseñanza:
Abrir las alas
venga lo que venga.