El ojo crece y se agranda, enfoca la vista. Se concentra en el pequeño gusano introduciéndose en la fruta para multiplicar las heridas. Así se construye el poema, con hilos de baba transparente, a raíz de la putrefacción. Tras noches de incubación, las letras se transforman en un cuerpo nítido, insecto con alas. Antiguo misterio, develado a la luz de las palabras.
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