entre el colmillo que brota de la encía y los miedos. Cuando todo lo que se tiene adentro apesta a rancio o a frondosidad boscosa, según sea el día, se necesita amor para inyectar en la médula, se necesita voluntad para alejarse del espejo y verse con claridad en un charco de lodo. Plegarias, plegarias, plegarias.
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