debes abrir una puerta a la creación".
- Anais Nin -
No es fácil aceptar que te equivocas y menos hablar en voz alta de errores y pecados. La garganta se cierra, la mente se cierra, el corazón se cierra. Da miedo abrir (voluntariamente) heridas en la carne. A veces, sin embargo, es necesario drenar la sangre para purificarse y purificar el alma. Soy simplemente una mujer con defectos y virtudes, debilidades y fortalezas, luz y oscuridad amalgamadas. Las tinieblas me consumieron por mucho tiempo. Y me perdí. Perdí la noción de quién era, lo que era correcto e incorrecto, lo que era propio o ajeno. En resumen, me olvidé de mí. Besé a la muerte en más de dos ocasiones, me dejé llevar por placeres oscuros, pero sobre todo, permití que el miedo y el peso de la culpa me invadieran. No podía entonces diferenciar entre mi yo real y aquella que otros decían que era. Sentirse sola es muy duro. Sentirse sola te lleva a un sitio muy oscuro. Sentirse sola, con miedo, culpable y experimentar la violencia, lastima tanto que llega un momento en que no quieres vivir. Esa fui yo durante mucho tiempo: viviendo debajo del agua e intentando respirar al mismo tiempo. Hasta que fui rompiendo los muros. Hasta que empecé a viajar hacia adentro, a reconocer mis verdades, mis mentiras, encontrarme conmigo misma, abrazarme, abrazar mis miedos, eliminar las culpas, dejar atrás los fracasos, caminar con la frente en alto, caerme y volverme a levantar. Darle sincero valor a mis aciertos y calcular la valía exacta y las consecuencias de lo que en su momento no supe hacer bien: como ser sincera conmigo misma y con otros, entablar diálogos profundos, abandonar malos hábitos y fetichismos, crear oportunidades, salir de la jaula, amar en libertad. Poner todo en una balanza me permitió sentir la vida en todos sus matices, me permitió desear estar viva. Eso fue lo que me hizo cambiar. A partir de ahí tomé decisiones difíciles, decisiones que dejaron enormes pérdidas, pero también múltiples ganancias: finalmente pude ser yo misma y hablar, comunicar lo que de verdad siento y pienso, sin miedo de ningún tipo. El camino aún no termina. Sigo caminando y creciendo, me sigo transformando, sigo escribiendo. Estoy viva.
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