- Adriana Cupul Itzá -
Yo no pensaba huir,
me aferraba a las cuerdas vocales como un monstruo
que ha perdido su fiereza,
trataba de alcanzar la luna y el sol al mismo tiempo.
Pero lo hice,
y en ese camino no había flores ni pájaros,
ni siquiera la larva de una mariposa.
Ahí estaba sólo la muerte vestida de risa,
la soledad despintada,
el espejo vacío.
De tanto buscar y no querer huir
terminé corriendo al lado equivocado.
Y me atrapó la lluvia,
me atrapó la muerte con sus garras filosas,
quedé atrapada en mi propio experimento.
Para este tipo de cosas sólo existe un antídoto,
arrancarse la piel a diario,
y en ese camino no había flores ni pájaros,
ni siquiera la larva de una mariposa.
Ahí estaba sólo la muerte vestida de risa,
la soledad despintada,
el espejo vacío.
De tanto buscar y no querer huir
terminé corriendo al lado equivocado.
Y me atrapó la lluvia,
me atrapó la muerte con sus garras filosas,
quedé atrapada en mi propio experimento.
Para este tipo de cosas sólo existe un antídoto,
arrancarse la piel a diario,
o enredarse en la poesía,
elijo las dos,
de otro modo no sería capaz de despertar
sin querer huir desesperadamente
hacia el ocaso.
elijo las dos,
de otro modo no sería capaz de despertar
sin querer huir desesperadamente
hacia el ocaso.
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