Te vi después de no sé cuanto tiempo. Y me dolió verte. Te recuerdo fuerte, animosa, regañona. Pero tu voz hoy fue otra. Una voz gutural, incomprensible. Tu rostro también fue otro: sin dientes, deforme. Ni siquiera me reconociste... Un pensamiento oscuro me invade. Desearía no tener que prepararme para un adiós.
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