Te fuiste un 10 de noviembre. Sin despedirte. No te di las gracias por tu paciencia, por tu amor, por tus sabios consejos. Con todo, me siento tranquila. Imagino que estás contenta, reunida ya con tus padres, con mi abuelo, con todas las personas a las que tuviste que decir adiós, como lo hago ahora yo contigo.
Te lo digo tarde, pero con la esperanza de que de todas formas recibas el mensaje: Abuela querida, te amo. Y jamás te voy a olvidar.
miércoles, 21 de noviembre de 2018
martes, 6 de noviembre de 2018
Te vi después de no sé cuanto tiempo. Y me dolió verte. Te recuerdo fuerte, animosa, regañona. Pero tu voz hoy fue otra. Una voz gutural, incomprensible. Tu rostro también fue otro: sin dientes, deforme. Ni siquiera me reconociste... Un pensamiento oscuro me invade. Desearía no tener que prepararme para un adiós.
domingo, 28 de octubre de 2018
miércoles, 22 de agosto de 2018
Querida Hermana:
No fue un feminicidio, pero tu muerte fue la más espantosa de las muertes. Caíste herida por una lluvia de balas que llegaron sin saber de dónde. Los tiros fueron certeros. No sólo te robaron la vida, te robaron también los sueños recién cumplidos. Esos sueños que muchas veces compartiste con nosotros, aunque no llevábamos tu sangre.
Caminamos juntas no sé por cuanto tiempo: años, siglos, el tiempo no importa cuando buscas la luz.
Tú estabas acostumbrada al dolor, la muerte trató de besarte antes, pero sobreviviste a ti misma. En cambio, la soledad te daba miedo. Al menos al morir no estabas sola.
No supe de ti por un buen tiempo. En todo momento te recordaba alegre, hermosa por fuera y por dentro. Así quiero recordarte, aunque confieso, por mucho tiempo me perseguirá ese rostro, tu mirada azul fija para siempre en la nada, el pastoso rojo plasma en los asientos de una camioneta.
Cierro los ojos, desecho ese recuerdo. Te evoco feliz y radiante, danzando todavía junto al altar.
Desde aquí te mando un abrazo sororal, mi deseo de que sonrías colmada de amor junto al que todo lo puede, en la infinitud; mi deseo de llevarte profundamente en el alma, por siempre.
D.E.P.Q.C.
miércoles, 11 de julio de 2018
"No duelen las heridas
como el silencio
de los que miran
mientras nos abren la piel"
- Irma Pineda -
En mi sueño, estoy a la orilla del mar
mi cuerpo se sumerge en el agua
un trozo de vidrio me desgarra la garganta
no queda mucho tiempo antes de que el universo estalle
todas las mujeres están muertas
y yo he muerto con ellas envenenada
me han cortado la lengua y las manos
sólo porque podían hacerlo
contengo la respiración antes de abrir los ojos
me veo en el espejo fijamente
toda la belleza del mundo está ahí:
al final, seguimos vivas
al final, yo decido
como el silencio
de los que miran
mientras nos abren la piel"
- Irma Pineda -
mi cuerpo se sumerge en el agua
un trozo de vidrio me desgarra la garganta
no queda mucho tiempo antes de que el universo estalle
todas las mujeres están muertas
y yo he muerto con ellas envenenada
me han cortado la lengua y las manos
sólo porque podían hacerlo
contengo la respiración antes de abrir los ojos
me veo en el espejo fijamente
toda la belleza del mundo está ahí:
al final, seguimos vivas
al final, yo decido
miércoles, 27 de junio de 2018
sábado, 26 de mayo de 2018
Soñé que nadaba en un lago de cabezas flotantes
las cabezas pertenecían a mujeres decapitadas.
Mujeres decapitadas por llevar la falda demasiado corta
por decir No cuando debían decir Sí
por no quedarse calladitas.
Las cabezas de las mujeres decapitadas me miraban con espanto
yo nadaba entre ellas desnuda
libre de miedo pero no de dolor
un dolor espantoso que me traspasaba el cuerpo
como si hubiese sido yo a la que le arrancaron la cabeza.
Las cabezas flotantes tenían los ojos abiertos
hinchados como un pez globo
para que pudieran ver perfectamente el horror
porque eso es lo que merecen las mujeres malas
las que no hacen la cama antes de salir a comprar las tortillas
pues a que otra cosa pueden salir solas a la calle si no.
Una mujer buena se queda en casa durante el día y la noche
aguarda con dulzura a que el hombre llegue y le pida la cena,
los brazos, las piernas, cualquier parte que se le antoje.
Pero esto es solo un sueño, nada es cierto.
En estos tiempos ya no pasan estas cosas.
Cuando llega el día abro los ojos
leo el periódico: las cabezas de las mujeres decapitadas
siguen ahí.
Mujeres decapitadas por llevar la falda demasiado corta
por decir No cuando debían decir Sí
por no quedarse calladitas.
Las cabezas de las mujeres decapitadas me miraban con espanto
yo nadaba entre ellas desnuda
libre de miedo pero no de dolor
un dolor espantoso que me traspasaba el cuerpo
como si hubiese sido yo a la que le arrancaron la cabeza.
Las cabezas flotantes tenían los ojos abiertos
hinchados como un pez globo
para que pudieran ver perfectamente el horror
porque eso es lo que merecen las mujeres malas
las que no hacen la cama antes de salir a comprar las tortillas
pues a que otra cosa pueden salir solas a la calle si no.
Una mujer buena se queda en casa durante el día y la noche
aguarda con dulzura a que el hombre llegue y le pida la cena,
los brazos, las piernas, cualquier parte que se le antoje.
Pero esto es solo un sueño, nada es cierto.
En estos tiempos ya no pasan estas cosas.
Cuando llega el día abro los ojos
leo el periódico: las cabezas de las mujeres decapitadas
siguen ahí.
jueves, 17 de mayo de 2018
Intento ser buena madre
pero me falta ternura
me sobra intolerancia
cada vez que doy un beso
se me saltan los dientes
me crecen patas como a una araña
en mi cabeza crece otra cabeza que grita
mientras la casa se derrumba en pedacitos
me sobra intolerancia
cada vez que doy un beso
se me saltan los dientes
me crecen patas como a una araña
en mi cabeza crece otra cabeza que grita
mientras la casa se derrumba en pedacitos
El sol se oculta detrás de la ventana
para no mirar el descuartizamiento
Nadie me enseñó a cuidar hijos
tuve que aprenderlo sola
nadando
por la orilla del río
mar adentro
Fue una muerte terrible
Ahora hilvano todas las noches
una casa nueva
Abrazo a mis hijos
para no arrancarles la cabeza
para no mirar el descuartizamiento
Nadie me enseñó a cuidar hijos
tuve que aprenderlo sola
nadando
por la orilla del río
mar adentro
Fue una muerte terrible
Para evitar que me crecieran quelíceros
me quedé en el abismo
y en el más profundo de mis orificios
sembré girasoles
y en el más profundo de mis orificios
sembré girasoles
Ahora hilvano todas las noches
una casa nueva
Abrazo a mis hijos
para no arrancarles la cabeza
miércoles, 16 de mayo de 2018
viernes, 23 de marzo de 2018
Me gusta escribir
sentarme en la humedad de la arena
contemplar esa línea que divide los mundos
entre el cielo y el mar
la misma línea que nos corta a todas en pedacitos
en forma precisa y minuciosa
como si ser una no fuese suficiente
como si hubiese que ser más de una
para poder ser nombrada
o pertenecer en algún sitio
sentarme en la humedad de la arena
contemplar esa línea que divide los mundos
entre el cielo y el mar
la misma línea que nos corta a todas en pedacitos
en forma precisa y minuciosa
como si ser una no fuese suficiente
como si hubiese que ser más de una
para poder ser nombrada
o pertenecer en algún sitio
jueves, 1 de marzo de 2018
Cartas a J.I.
Empiezas a crecer. Ahora lo cuestionas todo. Quieres seguir tus propias reglas. Yo empiezo a morderme las uñas, a tirar de mis cabellos. No lo sabes todo. Yo tampoco lo sé todo. Por eso me aterra que me lleves la contraria. Te perdí (si es que alguna vez te tuve) el día en que saliste de mi vientre. Pero no quiero que te pierdas a ti mismo jamás. Es necesario que conozcas los sabores agridulces de la vida, tesoro. Es necesario que te raspes las rodillas, que tus manos se cansen de labrar cosas nuevas. No quiero que sufras, más en el dolor es que se encuentra y valora la alegría. A veces es preciso contemplarlo. Nunca olvides lo mucho que te amo. Aunque el tiempo nos divida, seguiré tus pasos. Te perseguiré en sueños. Intentaré protegerte con todas mis fuerzas. Intentaré que seas mejor de lo que yo he sido.
Empiezas a crecer. Ahora lo cuestionas todo. Quieres seguir tus propias reglas. Yo empiezo a morderme las uñas, a tirar de mis cabellos. No lo sabes todo. Yo tampoco lo sé todo. Por eso me aterra que me lleves la contraria. Te perdí (si es que alguna vez te tuve) el día en que saliste de mi vientre. Pero no quiero que te pierdas a ti mismo jamás. Es necesario que conozcas los sabores agridulces de la vida, tesoro. Es necesario que te raspes las rodillas, que tus manos se cansen de labrar cosas nuevas. No quiero que sufras, más en el dolor es que se encuentra y valora la alegría. A veces es preciso contemplarlo. Nunca olvides lo mucho que te amo. Aunque el tiempo nos divida, seguiré tus pasos. Te perseguiré en sueños. Intentaré protegerte con todas mis fuerzas. Intentaré que seas mejor de lo que yo he sido.
lunes, 26 de febrero de 2018
"Escribo para restaurar el orden"
- Nuria Ruiz de Viñaspre -
Escribo para restaurar (me)
A mi lado se retuercen las estrellas
tiran de mi piel mientras intento desbordar el lenguaje
en la página blanca
sobreviene entonces el caos
la saliva detrás de la lengua
las pesadillas bajo los párpados
He encontrado a la mujer en todas partes
sus ojos, sus manos, su boca
aquello de lo que no se habla en público
Veo un espejo que se repite indefinidamente
todos los cuerpos arrastran la misma herida
Todos los pájaros cuelgan de la ventana
por donde asomamos la cabeza para ver
si acaso nacerá otra vez el Sol
por la mañana
A mi lado se retuercen las estrellas
tiran de mi piel mientras intento desbordar el lenguaje
en la página blanca
sobreviene entonces el caos
la saliva detrás de la lengua
las pesadillas bajo los párpados
He encontrado a la mujer en todas partes
sus ojos, sus manos, su boca
aquello de lo que no se habla en público
Veo un espejo que se repite indefinidamente
todos los cuerpos arrastran la misma herida
Todos los pájaros cuelgan de la ventana
por donde asomamos la cabeza para ver
si acaso nacerá otra vez el Sol
por la mañana
jueves, 25 de enero de 2018
martes, 16 de enero de 2018
Existirás (aún existes)
Para mi abuelo Pepe
En mi mente
en la bruma del tiempo
en los recuerdos compartidos
en los sueños
en el amor
en el infinito filo de las olas que chocan contra el muelle de Corpus
en mi alma
En mi mente
en la bruma del tiempo
en los recuerdos compartidos
en los sueños
en el amor
en el infinito filo de las olas que chocan contra el muelle de Corpus
en mi alma
lunes, 15 de enero de 2018
Carta póstuma para un fugitivo
Para mi abuelo Pepe, que ya no sale a fumar bajo el nogal
Los poemas me han quedado cortos para escribir sobre tu huella en el tiempo. Apenas es enero y siento que ya vivimos muchos octubres. El germen de la Vid merodea mis campos, sus sonrisas despejan el miedo que nos ataca por las noches. Tu vacío nos duele y se intensifica adentro. Nunca nada nos preparó para esto. Aunque las personas insistan en decir que la gente vieja se va primero. Nunca, nada, nos prepara para estas cosas. Nunca encontramos suficiente consuelo cuando suceden.
Tenía dos años cuando me sostuviste en tus brazos y pensaste que Alejandra sería el vals perfecto para mí, para cuando llegara a la edad de quince años. Tengo ahora treinta y seis, Alejandra sigue dando vueltas en mi mente, tus ojos siguen dando vueltas en mi mente.
¿Recuerdas el olor del mar? ¿El sonido que hacían las olas al chocar contra el muelle? Yo recuerdo todas las veces que estuvimos en la playa. Te quedabas de pie en el más alto de los escalones, pantalón y guayabera puestos. Te los quitabas un momento nada más, treinta minutos. El tiempo suficiente para nadar mar adentro y perderte casi por completo en el azul del agua. Después caminabas en la arena descalzo, aspirabas la brisa, cerrabas los ojos. Cerraba los ojos yo también. Sabía que faltaba poco tiempo para despedirse. Así que me sumergía en el agua de nuevo, contaba las olas, contaba las nubes, el tiempo que tardaba el sol en desaparecer.
Te fuiste como ese astro que antes de abandonarnos se suspende unos minutos entre el cielo y el océano. Dorado excelso.
Hay noches en las que te sueño con esa sonrisa traviesa en los labios. Me aseguras que no te has ido para siempre. - Me urgía fumar un cigarrillo-, rezongas. Me dices que por eso te fugaste solo, te fuiste a la playa donde nos esperas, sumergido en el agua, contando las olas, contando los años, contando el tiempo en que tardan en arder todos los soles, hasta que volvamos a reunirnos de nuevo en ese punto donde terminan todos los escalones.
Los poemas me han quedado cortos para escribir sobre tu huella en el tiempo. Apenas es enero y siento que ya vivimos muchos octubres. El germen de la Vid merodea mis campos, sus sonrisas despejan el miedo que nos ataca por las noches. Tu vacío nos duele y se intensifica adentro. Nunca nada nos preparó para esto. Aunque las personas insistan en decir que la gente vieja se va primero. Nunca, nada, nos prepara para estas cosas. Nunca encontramos suficiente consuelo cuando suceden.
Tenía dos años cuando me sostuviste en tus brazos y pensaste que Alejandra sería el vals perfecto para mí, para cuando llegara a la edad de quince años. Tengo ahora treinta y seis, Alejandra sigue dando vueltas en mi mente, tus ojos siguen dando vueltas en mi mente.
¿Recuerdas el olor del mar? ¿El sonido que hacían las olas al chocar contra el muelle? Yo recuerdo todas las veces que estuvimos en la playa. Te quedabas de pie en el más alto de los escalones, pantalón y guayabera puestos. Te los quitabas un momento nada más, treinta minutos. El tiempo suficiente para nadar mar adentro y perderte casi por completo en el azul del agua. Después caminabas en la arena descalzo, aspirabas la brisa, cerrabas los ojos. Cerraba los ojos yo también. Sabía que faltaba poco tiempo para despedirse. Así que me sumergía en el agua de nuevo, contaba las olas, contaba las nubes, el tiempo que tardaba el sol en desaparecer.
Te fuiste como ese astro que antes de abandonarnos se suspende unos minutos entre el cielo y el océano. Dorado excelso.
Hay noches en las que te sueño con esa sonrisa traviesa en los labios. Me aseguras que no te has ido para siempre. - Me urgía fumar un cigarrillo-, rezongas. Me dices que por eso te fugaste solo, te fuiste a la playa donde nos esperas, sumergido en el agua, contando las olas, contando los años, contando el tiempo en que tardan en arder todos los soles, hasta que volvamos a reunirnos de nuevo en ese punto donde terminan todos los escalones.
viernes, 12 de enero de 2018
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