Cuando la voz se vuelve trueno,
la música de los grillos calla.
Sólo se escucha el girar de las estrellas.
Cuando la hoja se convierte en verdugo
y la palabra brota como sangre, desde adentro,
no importa que no sepa tu nombre
o si sólo eres un extraño viajando en el autobús.
Cuando tu boca se abre para hablar,
tiemblo.