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viernes, 30 de octubre de 2020

Si tienes ganas de decir algo, escríbelo. Si sientes alegría, escríbelo. Si tienes ganas de llorar, escríbelo. Escribir ayuda a cerrar las heridas. Escribe. No hay nada que te impida hacerlo salvo el deseo de empezar.

sábado, 17 de octubre de 2020

Me acostumbré a decir sí todas las veces desde aquella tarde en que no saludar se convirtió en grosería. Yo no quería ser niña mala, quería unas alas resplandecientes y una aureola, igual que todos esos angelitos que siempre lucían hermosos e impecables. Pero mi vestido no era blanco, tenía sangre en las rodillas y tierra en las manos. Trepar a las bardas se me daba bien, lo mismo que andar a gatas bajo la mesa de la cocina o el comedor de la sala. Me sentía más a gusto en los rincones oscuros, en los lugares no aptos para los adultos. Allí podía decir que no, que no me gustaba saludar desconocidos, que detestaba la cebolla y el hígado, tampoco me agradaban las reuniones ruidosas con olor a cigarrillo. Lo que yo quería, lo que en verdad quería, era jugar.

jueves, 15 de octubre de 2020

He tenido noches sin descanso, noches en que siento que la luna me absorbe la energía y habla un idioma que yo no comprendo. En esas noches mi cuerpo cansado, mi alma cansada, no es capaz de entender nada. Respiro despacio, muy despacio, veo la oscuridad que me rodea, la veo. Observo lo que me rodea en la oscuridad, redescubro los rayos de la luna que intentan sanarme. Abro mis ojos a su luz plateada, mis oídos a su canto. Respiro despacio, cuento mis latidos, los acoplo a la melodía que me envuelve y me abraza. La luna es mi madre y yo soy la perla que brota de su vientre tras el aullido del lobo. Respiro profundamente. Me uno en la oscuridad a la luz. Sonrío. Alcanzo la paz.

miércoles, 14 de octubre de 2020

Habito la marea. Hay mañanas en que el agua, como una cuna líquida, me adormece. Otros días, las olas son tan fuertes que azotan mi cuerpo contra las rocas. Como un crustáceo, resisto, aferro mis raíces, me sumerjo en lo profundo del océano para evitar la furia del mar. Pasado un tiempo, regreso a la superficie, el canto de las sirenas crea murmullos apacibles y soy mecida entre poemas de espuma. Caigo en un sueño hermoso y tierno. Duermo, sueño, se vuelve difícil despertar.

viernes, 9 de octubre de 2020

Voy remando contra la espuma,
empujando algas y moluscos.
Me meto a la boca de la ballena,
enciendo fuego, bailo,
canto para ahuyentar los malos espíritus.
Regreso a la playa,
me recuesto en la arena,
soy sal que se endurece
bajo los rayos del sol.

lunes, 5 de octubre de 2020

 Ninguna palabra oscura apagará la mecha. Dejaré los zapatos en la puerta de la casa, miraré por la ventana. Jamás buscaré de nuevo el concreto bajo el balcón. Encenderé en cambio las estrellas. Seré yo misma una luciérnaga encendida en la noche.

sábado, 3 de octubre de 2020

Cuando más paz creo tener, llegan las letras vestidas de araña, me muerden el tobillo, inyectan su veneno, y después huyen despavoridas.

viernes, 2 de octubre de 2020

Octubre ha llegado con sus dos lunas a cuestas. Sigue gustándome el silencio, los lugares oscuros, el resplandor de la luz, colándose por pequeños huecos en la puerta. Escribir es una constante, debe serlo si quiero sobrevivir.
La música continúa siendo el veneno, la morfina con la que aquieto las ansias, el vehículo para viajar a ese espacio sin tiempo en el que puedo refugiarme y alimentarme de paz.
He tenido días largos y grises, días de sueños repletos de sombras y símbolos, días sin deseos, días vacíos.
Hoy estoy y no quiero estar, no dejaré que esto me perturbe.