Para Jesús Israel
Recuerdo esa noche
debajo de los juncos,
tu cabecita húmeda
igual que mis ojos,
la primera palabra
que rompió el silencio.
¿Qué sabíamos entonces de la furia?
¿Qué podíamos decir de las sombras?
En mi mano anidaba la esperanza,
en la tuya, el misterio.
A partir de ahí lo descubrimos todo
empuñamos el hierro
contra los monstruos
contra las voces de ultratumba
nos caímos del sol
rodamos hasta la nieve
nos quedamos abrazados
como si el tiempo
no hubiese transcurrido nunca
eras de nuevo una estrella
y yo una nube de agua
lista para dejar caer la lluvia
sobre tus párpados.
Otra vez es de noche
pero la luna no traerá ya
a sus espectros
mi boca absorberá la tormenta
yo misma abriré la puerta
para que eches fuera todos los miedos
y dejes entrar a tu alma
el brillo de las luciérnagas
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